La convivencia con Elo ha desencadenado una auténtica guerra. Gloria no puede ni abrir la boca, pues todo lo que dice es utilizado en su contra y sacado de contexto por una Eloisa que no para de pinchar y de exigir la atención de César, y lo dice así de claro: ‘A partir de ahora quiero ser tu centro de atención’.
Los celos de Elo se entremezclan con su personalidad. Es una mujer con un carácter peliagudo, y utiliza la lágrima fácil para hacerse la víctima. Sin embargo sus métodos están muy lejos de ser los eficaces para enganchar a César.
‘Son unos celos que hacen daño’, asegura el granjero. César se ve obligado a utilizar las mismas tácticas que tiene con su ganado para mediar paz entre ellas: “en el argot ganadero he tenido que apartar, las paridas a un lado y el vacío a otro”. Elo con su actitud provoca que César pase más tiempo a solas con Gloria del que debería, y el acercamiento es evidente: el confiesa sentirse a gusto a su lado.
Pero esos momentos de paz son escasos. En cuanto las dos mujeres se juntan salta la chispa. ‘Es hiper mega en todo, hiper-mega pija, hiper-mega celosa, hiper-mega conflictiva, ya no se por dónde me puede venir, y sé que César me está defendiendo’, así explica Gloria los cambios de humor de Elo y sus exageradas reacciones.
Gloria y Elo son caracteres incompatibles, y César ansía la llegada de Ángela, su cibernovia, para deshacerse por fin de las peleas en la casa. Y eso que Elo, tiene tan asumida la elección de César, que hasta ha comenzado a fijarse en otros hombres.
Mientras César sale con Gloria por el pueblo, Elo se queda en casa con los amigos del granjero. Para ella este ha sido sin duda el mejor momento que ha vivido allí, ha descubierto a personas encantadoras que le han hecho olvidar la ‘mala vida’ que César y Gloria le están dando en la granja.