Después de visitar la Central Nuclear de Fukushima, Alejandra Andrade consigue hablar con uno de los trabajadores que lleva allí tres años. Aunque reconoce que nadie les ha explicado los riesgos que corren allí y que son una especie de conejillos de indias, desvela que el motivo que le lleva a trabajar en la central es ayudar a Japón.