Aunque, al principio, las autoridades se negaban a que Juana entrara en el cementerio (estaba cerrado tras unas fuertes tormentas), Alejandra Andrade consiguió un permiso con el que, por fin, pudo llegar a la tumba de su hijo. Luis está enterrado en una fosa común con otras seis personas, después de haber muerto en una cárcel peruana por no haber recibido la diálisis que necesitaba. Ingresó en prisión por tráfico de drogas.