Alejandra Andrade se ha trasladado hasta Tokio, una ciudad donde tras las luces de neones y las frenéticas jornadas de trabajo, se esconde una profunda sensación de soledad. La periodista ha hablado con la mujer de un médico que falleció por karoshi, la muerte por exceso de trabajo; un mal muy frecuente en Tokio pero que se silencia por vergüenza.