Nada más verse, Dani y Diego ya comenzaron la cita con buen pie: ambos se gustaron. Según avanzaba la noche, los dos descubrieron que tenían una forma de pensar muy similar que les iba a permitir entenderse y aceptarse tal y como son.
Al terminar de cenar, han dejado el salón principal del restaurante para dirigirse a una de sus pequeñas salas y poner fin a su cita. "No me he fijado ni en la gente, he estado tan cómodo que no me he fijado", decía Dani. "La verdad es que genial, si me hubieran dicho que iba a ir tan bien hubiera venido antes".
Los dos se han sincerado. Se complementan a la perfección. Animados a coger una bola sorpresa, Diego cumplía con la misión de la suya y le daba un beso en el cuello a Dani: "Besas muy bien", le decía mientras ambos reían.
Y ya que estaban, una segunda misión. Diego abría un pergamino: "¿Qué te gustaría que pasara a continuación en esta cita?". Los dos coincidían: que hubiera una segunda. Ambos se abrazaban: "¡Qué suerte he tenido, de verdad!".