Cómo reaccionar si te encuentras a tu ex
No siempre sabemos reaccionar al encontrarnos con un ex, pero esconderse no es una buena idea
La naturalidad suele ser nuestra mejor baza, aunque haya que fingirla para que luzca así
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Los encuentros planificados ofrecen la posibilidad de prepararnos para ellos, escoger el look que queremos mostrar, pesar qué temas de conversación podemos sacar para evitar silencios incómodos, organizar qué podemos hacer para que el encuentro sea entretenido… estas opciones quedan eliminadas por completo cuando el encuentro es casual, en cuyo caso estar preparado no es lo más habitual.
Al encontrarnos con un amigo o un ser querido no hay muchas dudas, nos alegramos, intercambiamos unas cuantas palabras e incluso nos tomamos algo juntos mientras nos ponemos al día si la situación invita a ello, sin embargo, ¿qué sucede cuando a quien nos encontramos por sorpresa es un ex? ¿Existe algún tipo de norma que nos ayude a saber cómo tenemos que reaccionar y cuál es la mejor manera de salir airoso?
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Está claro que todo será muy diferente si las cosas entre vosotros acabaron bien o quedan asuntos pendientes, pero en general, parece que sí que hay algunas pautas que se pueden seguir para que ese encuentro fortuito no sea incómodo y se resuelve de un modo favorable para ambas partes.
Cómo reaccionar si te encuentras a tu ex
Mantener la calma se convierte en esencial si nos encontramos por sorpresa compartiendo espacio con nuestro ex, dejar que sean nuestros primeros impulsos los que tomen el control no es una buena idea, sobre todo si estos son el de huir o esconderse; mantener la calma y actuar con normalidad es la mejor estrategia a seguir, sin delatar que es una situación potencialmente incómoda.
No es necesario acercarse a saludar si no es lo que nos apetece hacer o si no nos parece el momento adecuado, podemos saludar desde la distancia. Saludarse con cordialidad y mantener una breve conversación puede ser lo más adecuado, sobre todo si sientes que la otra persona tampoco quiere alargar el encuentro.
En ocasiones es más sencillo saber qué hacer destacando lo que no conviene hacer. Por ejemplo, no es momento de miradas de odio o de desprecio, de montar una escena o de sacar temas pendientes que deberían resolverse en un encuentro pautado si es que se quieren resolver y zanjar.
Tampoco es una buena idea compartir nuestra vida y entrar en detalles sobre ella, es una persona que pertenece al pasado y este tipo de confidencias pueden estar fuera de lugar, sobre todo si, como hemos dicho, es un encuentro fortuito. Otra cosa es haber quedado como amigos una vez finalizada la relación y quedar para ponerse al día de la vida del otro.
Lo ideal es mantener una conversación breve, siendo lo más natural posible y evitando sacar temas del pasado que puedan dar lugar a reproches. También evitar contarle detalles de nuestra vida que ya no le pertenecen, hay cosas que no queremos que sepa igual que hay cosas de su vida que nosotros ya no queremos saber.
¿Qué pasa si alguno de los dos está acompañado por su pareja? Es importante actuar de una manera natural, saludar con amabilidad si nos presentan o presentar a nuestro acompañante con tranquilidad, sin tratar de humillar a nadie o querer dejar por encima a alguna persona. También es clave acercarnos a nuestra expareja sin sobrepasar ningún límite que pueda generar un conflicto con los acompañantes, es decir, actuar de manera natural, pero no demasiado familiar, al fin y al cabo es una etapa pasada de nuestra vida.
Es esencial reaccionar de una manera natural, incluso si para ello tenemos que respirar profundamente un par de veces. Saludar con amabilidad, si se da la ocasión, charlar de temas que no estén relacionados con el pasado o con las experiencias conjuntas y no durante demasiado tiempo, es mejor que sea un encuentro breve y confortable. Estos encuentros por sorpresa no son el momento adecuado de tratar de solucionar rencillas del pasado, de buscar enfrentamientos ni de hacer reproches si está con otra persona.
También puede suceder que nos saludemos desde lejos y no se haga amago de acercarse para charlar o que incluso la otra persona haga como que no nos ha visto y opte por ignorar nuestra presencia. En ese caso, lo mejor es respetar su decisión y evitar momentos de incomodidad para ambos, forzando una conversación que no se quiere tener.