Eduardo siempre ha creído “en la Santa madre iglesia y en el rito apostólico del Papa y tal…”. Tiene claro que, si se casa, le gustaría hacerlo por la iglesia. Es artista plástico “pinto cuadros” y le ha traído a su cita una litografía. Le gustan las mujeres guapas, atractivas, con carácter tranquilo y “que no sea Escorpio, son tremendas”.
Charo, su cita, está buscando a un caballero con inquietudes intelectuales “una persona vital”. Carlos Sobera ha querido saber su horóscopo antes de presentársela a Eduardo y ha respirado tranquilo al saber que era Tauro. Él es Aries y a Charo le ha parecido que no estaba nada mal “buena planta, bien, aprobado”. Él también ha tenido una buenísima impresión y ha comenzado la cita regalándole su obra, una litografía que realizó en Nueva York y que ha dejado a Charo impresionada.
Mientras esperaban la cena, Eduardo le ha contado que le iba muy bien con la pintura y que tenía la ventaja de trabajar en casa. Ella le ha contado que era enfermera y matrona, y que le encantaba salir y no estar quieta. A Eduardo le gusta jugar al tenis y esquiar en invierno, pero sobre todo, le gusta viajar. Aficiones que su cita comparte.
Charo le ha propuesto comenzar contándose los defectos que tenían cada uno para saber si se iban a soportar o no. A Eduardo le ha gustado mucho el juego y ha sentido que le gustaba mucho su personalidad. Charo le ha dicho que era muy despistada y han coincidido en que eran muy perezosos. Eduardo también le ha confesado que era “un poco primitivo” y que se enfadaba cuando tenía hambre. No le ha gustado que ella fuera “un poco escandalosa” porque le gustan las mujeres silenciosas, y eso de que roncara tampoco le ha ilusionado.
Eduardo tiene claro que prefiere estar solo que mal acompañado “dónde esté un buen libro que se quite una mujer”. Ella por el contrario si siente que es enriquecedor tener a alguien al lado y él ha sentido que más que libros, Charo leía prensa del corazón.
Todo iba fenomenal, pero cuando Charo le ha preguntado que si era padre y él le ha dicho que “si por algo existe la mujer es para tener hijos”, la soltera se ha rayado con su visión machista. Medio en broma medio en serio, Eduardo le ha dicho que él era muy tradicional y que soñaba con casarse por la iglesia. Charo le ha dicho que se casó por la iglesia, pero que ahora era agnóstica.
Eduardo parecía encantado con la personalidad de Charo, pero nos ha sorprendido contándonos que lo que menos le había gustado de su cita era su físico y que no era la mujer que estaba buscando. Eduardo tienes planes de formar una familia y le gustaría conocer a una persona más joven que él.
Ella le ha dicho que sí a una segunda cita, pero Eduardo le ha explicado que no era lo que estaba buscando. Charo ha sentido que le gustaban las mujeres “más clásicas” y él le ha dado la razón “me gusta que lleven crucifijo”, algo que Charo no acostumbra.