Alejandro es un tipo guapo que cada día quiere verse un poco mejor. Ha dejado de trabajar y estudiar, y ha apostado por los bitcoins y las apuestas de deportivas. Le gustaría encontrar a una mujer que también esté centrada en su cuerpo y su mente. Para él, el amor es como un negocio “si dejas de invertir en él, se muere”.
Paola, su cita, es una chica espontánea “si no te gusta lo que ves, no mires”. Al ver a Alejandro ha visto a un chico muy atractivo, pero él se ha llevado un chasco al saber que ella el único deporte que hace es salir de fiesta. Alejandro no se esperaba a una chica “tan pequeña, no es mi prototipo de chica”.
La cena ha comenzado hablando de hobbies y Alejandro le ha contado que le gustaba leer mucho sobre negocios digitales, pero ella le ha contado que era muy torpe para las tecnologías. Paola se dedica a la hostelería y a Alejandro le ha parecido que no iba a ser una persona que se quisiera superar así misma.
Hablando de tatuajes, ella le ha dejado sin palabras al soltarle un “te tengo tatuado”. La soltera tiene el nombre de Alejandro tatuado en el brazo “mi hermano, mi expareja, me persiguen los Alejandro”.
Paola le ha contado que tuvo una pareja unos dos años, pero que tenía una serie de problemas y se dio cuenta de que no quería estar con una persona que “un día se despertaba bien y otro mal”. Luego ha estado con un chico “me rompió el corazón” que le sigue gustando. Alejandro ha sentido que su cita no se quería así misma y le ha dicho que a él nunca le han rechazado “es un poco de chuleta, eres Brad Pitt, no lo entiendo”.
Alejandro le ha dicho que le gustaban las chicas de gimnasio y ella ha bromeado con un “no te gustan las flojas como yo”. En el tema del sexo, Paola le ha contado que era bastante abierta “soy bastante ninfómana, me gusta el sexo”. El soltero asegura que puede tener sexo hasta 7 veces en una noche, pero ella le ha dicho que con 5 ya tiene bastante “no me gusta tener sexo cuando ya estoy reventada”.
En el reservado les ha tocado besarse como si fuera el fin del mundo, pero Alejandro ha preferido no hacerlo. Han seguido jugando y el soltero le ha dado un piquito inocente porque Paola no le atraía sexualmente. Ella estaba confundida porque sentía que le estaba dando una de cal y otra de arena, pero ha comenzado a emocionarse cuando él le ha propuesto quitarse la camiseta para que le acariciara con las plumas.
Ella no entendía que él tuviera dudas porque ese cuerpo lo tenía que ver el mundo “sino para qué tanto gimnasio”. Paola ha disfrutado de una cita estupenda, pero él le ha explicado que no había sentido la atracción de pareja.