Una soltera pide que le cambien el cartelito en ‘First Dates’: “No pongas camarera, pon graduada en…”
Ana encuentra en Miguel al “empotrador” que podría estar dispuesto a arrancarse el corazón por ella: “Como el cuento de Blancanieves”
Ana alucina al ver que su papichulo no quiere tener una segunda cita: “Él se lo pierde”
Ana se ha presentado como una mujer fuerte e independiente “soy una diva”. Siente que es una mujer de las que ya no quedan, y aunque es camarera, le ha pedido a los miembros del equipo que en su cartelito pusieran “en lugar de camarera, graduada en servir coño”. En el amor siente que en la otra vida debió de ser trabajadora social porque solo atrae a gente con problemas mentales. Se ha criado viendo telenovelas y quiere un amor muy intenso con un hombre con cara de ‘te voy a arruinar la vida’. Eso sí, asegura ser muy culta y buscar a una persona también con inquietudes mentales.
Miguel, su cita, se siente cómodo con su cuerpo y al verle, Ana ha visto al “papichulo” como los que a ella le gustan. Es colombiano, pero vive en Valencia, el mismo lugar en el que vive Ana y la cita ha comenzado con mucha energía.
Los solteros han comenzado la cena chocando los cinco porque eran latinos y se iban a entender. Miguel le ha contado que era bailarín y que se dedicaba al mundo artístico, y ella le ha contado que trabajaba de camarera, pero que estaba estudiando moda y que estaba convencida de que iba a llegar a ser la mejor.
En el amor, a los dos les ha ido mal. Miguel le ha contado que nunca había tenido novia y Ana le ha confesado que ella es “todo o nada, me arranco la piel por amor”. De hecho, se ha acordado del cuento de Blancanieves y le ha dicho que necesitaba que alguien se arrancara el corazón por ella. Los dos estaban encantados y Ana ha sentido que entre ellos podía surgir algo bonito.
Hablando de sexo, Miguel le ha dicho que era muy activo y a ella le ha gustado porque le gusta dejarse llevar. En el tema del tamaño, el soltero tiene claro que “no es la flecha, es el indio” y ella ha sentido que Miguel iba a ser todo un empotrador “yo encantada, que me haga lo que quiera”.
Ana estaba deseando contarle a su amiga lo mucho que le estaba gustando Miguel y se ha marchado al baño para llamarla por teléfono. La soltera estaba eufórica y ha hablado maravillas de Miguel, mientras que él se acababa la cena solito.
En el reservado, los solteros han bailado y Ana se ha hecho muy pequeñita al ver que Miguel le enseñaba a bailar salsa. Ella estaba feliz, había encontrado al hombre que estaba buscando y nada hacía prever que le estaba a punto de dar calabazas. A Miguel le ha gustado mucho la personalidad de Ana y ha sentido que habían congeniado, pero le ha confesado que no le gustaba físicamente.
Ella ha tragado saliva, ha soltado un “él se lo pierde”, pero le ha agradecido que hubiera sido sincero.