Sergio asegura que tras su apariencia de “atracador de bancos” se esconde un peluchín. Le gustan todos los deportes “sobre todo, los que tienen pelotas”. Ha querido saber si a Sobera le gustaba el fútbol porque a él lo único que le hace feliz desde hace 12 años es el Real Madrid. Está en modo vulnerable y quiere compartir su vida con una mujer más allá de un físico.
Anita, su cita, es una chica muy deportista, pero no le gusta el fútbol. Se ha definido como una mujer competente y con mucho carácter. Al verla, Sergio ha visto a una chica atractiva y sensual que le ha gustado mucho, pero le pillaba un poquito lejos “soy de Alicante”. Ella también ha visto a un tipo atractivo… se han gustado y la cita ha comenzado con ganas por ambas partes.
Los solteros han comenzado la cena hablando de sus relaciones y los dos son de muchas relaciones, pero no demasiado largas. Ella ha sentido que Sergio tenía mucha calle y no se terminaba de fiar de lo que le estaba contando, aunque le ha contado que quería una relación seria.
Sergio le ha confesado que en lo primero que se fijaba era en el culo y luego en la boca “Ana tiene unos morros muy sensuales”. Ella se ha reído, pero también se fija en el culo de los hombres y luego en la mirada.
Anita ha querido saber cuántos tattoos llevaba su cita y ha flipado al saber que 24, ella tiene solo 2 y no ha dudado en levantarse a enseñárselo. Él estaba encantado “ese cuerpo, esas curvas, con ese pelo, parece una tigresa” y no podía creer que se quisiera tatuar “una guerrera y yo llevo tatuado al gladiador”.
Sergio se define como un ganador “lucho por lo que quiero, todo lo que digo, lo consigo”, algo que a ella le ha parecido “una fantasmada”, pero ella le ha dicho que era una tía con carácter “te vendo lo que quieras”.
En el reservado, Sergio se ha venido muy arriba al ver que Anita se atrevía a besarle el cuello y le ha soltado un “soy un empotrador”. Al ver la cara de susto de ella, el soltero ha matizado “un empotrador, pero cariñoso”. Anita no daba crédito a la ordinariez de Sergio y ha tenido claro que eso marcaba un antes y un después entre ellos.
En el momento de la decisión final, le ha dicho que podían ser amigos, pero que había cosas que la habían matado. Él ha asumido las calabazas como ha podido “la vida para mí es muy larga” y le ha confesado que había visto cosas en ella que hacía años que no encontraba en una mujer.