La cita de Olinda y Amadeo ha sido un día gris de otoño con temperatura bajo cero y sin previsión de ningún cambio. No se han gustado a primera vista y no han encontrado ni un solo motivo que les despertara la curiosidad.
Ella lleva mucho tiempo soltera y quería encontrar a un hombre que la acompañara a su país para vivir allí temporadas y que fuera un hombre activo al que le gustara disfrutar de la vida. Amadeo es un hombre tranquilo que se ha dedicado al campo, a la hostelería, a la albañilería… y al ver a su cita ha tenido la sensación de que era una mujer muy normal.
A ella no le ha gus11578108tado nada que le dijera que tenía un nombre raro y que estuviera jubilado por un problema de movilidad “yo estoy muy ágil y no estoy para cuidar a nadie”. A él tampoco le ha gustado que ella fuera mayor que él porque estaba buscando a una mujer más joven, pero han seguido intentando encontrar algún punto en común.
Algo que se ha convertido en una misión imposible porque ni sabiendo que Amadeo era músico y que a ella le apasionaba la música han llegado a un acuerdo. Él ya no puede bailar por sus problemas de salud y ella ha sentido que era “un soso” y que no era la persona que quería para llevarse a Ecuador porque, aunque a él le gustaba la idea, no podía por sus animales.