Ying es chino y asegura que en el gimnasio le comparan con Bruce Lee. Al presentarse a Matías, le ha dicho que si se olvidaba de su nombre pensara en el Gin tonic, “pero le quitas el Toni”. No se identifica mucho con la cultura china y lleva ya 23 años en España. En el amor no le ha ido nada bien “un desastre”.
Ana, su cita, se define como “la Shakira canaria” y al ver a Ying ha sentido que era japonés, pero Carlos Sobera le ha corregido y le ha dicho que era “español y de origen chino”. Los dos viven en Canarias y Ying ha comenzado la cita bromeando. Él se esperaba a una chica más alta, más delgada y más cuidada físicamente.
Ana le ha contado a Ying que pensaba que era japonés porque a ella le apasiona la cultura del país asiático, pero que China también le llamaba la atención. Ha pensado que él se dedicaría al comercio, pero el soltero le ha explicado que era especialista en domótica y robótica. Ella ha trabajado de muchas cosas, ahora trabaja en una inmobiliaria, pero antes era militar.
Ying ha alucinado al saber que Ana había sido militar “es el sueño de mi vida, pero tengo los pies planos”. Le ha contado que pasó todas las pruebas, pero que tras el reconocimiento médico se quedó fuera.
El soltero se ha interesado por las aficiones de Ana y ella le ha hablado de la meditación, el yoga y las tiras áreas, un ejercicio que la mantenían muy bien físicamente, algo con lo que él no estaba muy de acuerdo. Él hace fitness y calistenia.
En el momento de la decisión final, ella le ha dicho que sí quería volver a quedar para conocerse mejor, pero Ying le ha dicho “mirándote a los ojos y con el corazón a 120 por hora” que no quería repetir “lo sé desde que te he visto”. Le ha dicho clara y educadamente que no le gustaba su físico, pero ella no ha querido entenderle y ha sentido que le estaba hablando en chino.