Jesús nos ha contado que es un tipo que se ama a sí mismo sobre todas las cosas, que le apasionan sus ojos y su culo que, en el Reino Unido, lugar en el que ha estado viviendo, no le ha ido muy bien en el amor, pero que había tenido varias parejas. Ahora está buscando a un hombre que, sobre todo, le aguante porque según le ha contado a Carlos Sobera, tiene un carácter duro y le dan brotes de mal humor “Por una tontería puedo estar dos semanas sin hablarte”.
Al ver a Raúl, su cita, ha sentido que el mismísimo David Bisbal entra a conocerle y es que los rizos rubios del soltero son parte de su seña de identidad. La cita ha comenzado con muchas ganas por parte de los dos y Raúl no ha dudado en decirle que era muy guapo, y que le había gustado.
A Jesús le ha gustado que le piropeara, pero cuando se lo ha dicho varias veces, ha comenzado a incomodarle. Dicen que lo poco gusta y lo mucho cansa, y parece que en esta ocasión han acertado. Poco a poco, Jesús ha ido sintiéndose incómodo e incluso, se ha llegado a arrepentir de haber besado a su cita, algo que mientras que sucedía parecía de lo más normal.
Les ha tocado darse un beso largo, un beso como si se fuera a acabar el mundo… y se los han dado todos, toditos, todos… Pero a Jesús no le ha gustado que Raúl volviera a decirle que era muy guapo y mucho menos que besaba muy bien. Se ha agobiado y ha sentido que le tenía que haber frenado antes del beso “tendría que haberle dicho que un beso en la mejilla”.
Jesús era consciente de que su cita era un tipo muy apasionado porque le ha contado que con su anterior pareja que era un chico cubano llegaba a tener 8 y 9 veces sexo al día “¿Eres un conejo?”. He incluso, se ha preocupado al saber que Raúl era pasivo “no sé cómo podía andar”, le ha parecido que era algo desproporcionado y un poquito irreal “no hay tiempo en el día”.
En el momento de la verdad, le ha expresado a Raúl su agobio y él lo ha entendido, no le ha vuelto a decir que era muy guapo, pero sí que era un tipo muy educado y que cada uno tenía sus gustos.