A Sara le encanta su cuerpo y está convencida de que “el cuerpo de la mujer hay que amarlo, cada una tiene lo que tiene”. No tiene problemas para ligar y tiene claro que los jóvenes no le gustan “no tienen ni idea de follar”. Le gustan los hombres con carácter porque ella tiene mucho y que sean grandotes “no tipo Obélix, pero sí apañaditos”.
Agustín, su cita, tiene claro que no es Brad Pit y que no va a encontrar a una Angelina Jolie, pero sí le encantaría encontrar a una mujer afín a sus gustos. Al ver a Sara, se ha llevado una alegría porque la ha visto como una chica atractiva. Los dos son de Madrid y han comenzado la cita hablando de sus profesiones. Agustín le ha dicho que había viajado mucho porque es escolta y ella le ha contado que se dedicaba al mundo del turismo “alquilo las habitaciones de mi casa a extranjeros”. Sara ha visto en su cita a un chico normal, pero no ha sentido lo que esperaba.
Los solteros han comenzado la cena hablando de sus relaciones pasadas y Agustín le ha dicho que no había tenido nada muy serio y que nunca se había casado. Algo que a ella no le ha gustado porque le gustan los hombres con más rodaje “acaba de salir del huevo”. Él ha querido saber qué le llevó a alquilar las habitaciones de su casa y Sara ha sido sincera “la necesidad aprieta”. Ya han pasado por su casa unos 600 huéspedes, pero tiene una norma que nunca se ha saltado, y nunca ha tenido relaciones con ninguno de ellos. Eso sí, con un cubano estuvo a punto de saltársela.
Agustín le ha contado a Sara que hace unos años se disfrazaron de la Familia Addams y que a él le tocó vestirse de Morticia y que se lo pasó fenomenal. Él estaba contento porque sentía que se iba a quedar sin tema de conversación en la cita y no estaba siendo así, pero a Sara no le interesaba nada de nada lo que le estaba contando.
El soltero estaba un poco acatarrado y ha pasado toda la cena intentando sujetarse el moquillo, pero no siempre lo ha conseguido y ella se ha dado cuenta “se le caía el moquete, pero no sabía si decirle”.
En el tema sexual, Sara le ha dicho que no tenía límite de relaciones sexuales en una noche y casi se echa las manos a la cabeza cuando su cita le ha hablado del misionero. Agustín estaba nervioso y no se acordaba de todas las posturas del Kama Sutra, pero Sara no lo ha visto así “le veo el típico que se tumba y a trabajar”. Él estaba contento de haberla conocido y le ha dicho que sí le gustaría volver a repetir la cita para conocerse mejor, pero ella le ha dicho que le había parecido un buen tipo, pero que ella necesitaba a “un hombre más potente”.