Chelo está convencida de que es fundamental conocerse a uno mismo, para conocer tus carencias con los demás. En el amor le ha ido bien, pero ahora está buscando a un hombre que sepa ser un señor y tenga dicha energía. Le encanta la cultura y la filosofía japonesa “me da curiosidad todo”.
Diego, su cita, es un apasionado de la filosofía y asegura tener el don de la palabra. Está muy conectado con el desarrollo personal, la espiritualidad, hace yoga, meditación… Ella ha visto a un hombre moreno “me gustan morenazos” y él ha visto a una chica atractiva que vive en Málaga y que tiene una gran intuición.
Chelo ha querido saber qué cosas le gustaban a su cita y al saber que era un apasionado del arte y la cultura, le ha dicho que ella era “la señorita liendre, que de todo sabe y de nada entiende”. Diego ha flipado al saber que en una primera cita se había llegado a tirar por un puente y que se apuntaba a cualquier plan. Los dos son apasionados del conocimiento interior, de la cultura oriental y de las practicas deportivas espirituales como el yoga.
Diego le ha confesado a su cita que es un tipo poliédrico y que también escribía sus propios libros creativos. No tiene libro preferido porque tiene muchos y le ha contado a su cita que estaba leyendo ahora cinco libros a la vez “qué horror, yo no soy tan intensa”. Chelo se aburre leyendo y eso a él no le ha gustado “bueno, ya le leeré un cuento de ‘Las mil y una noches’".
A Chelo le gusta el cine y la música “lo que más me gusta es el jazz”. Le ha encantado que su cita hubiera hechos tantas cosas en su vida y que la superara en muchos temas. Chelo le ha pedido a su cita que no le hablara en inglés y él le ha dicho que hablaba muy bien cuatro idiomas, pero que chapurreaba algún otro, y hablando del portugués, han planeado viajar juntos a Oporto. A los dos les encantan los fados.
Cuando han traído la cuenta, Chelo ha querido saber a cuánto tocaban, pero él no le ha dejado porque la iba a invitar. Ella no se lo podía creer “es la primera vez que me pasa esto” y él ha sido muy claro “no habías dado con el hombre adecuado”. A él le ha gustado que ella fuera culta y a ella, que él supiera mucho más.
En el momento de la decisión final, ella le ha dicho que no hablaba idiomas porque solo le gusta “lo español, los morenazos” y él ha sentido que podía ser su hombre. Tras un momento de tontuna, los dos se han dado un “sí” a una segunda cita.