Carlos siente que su vida es una sitcom porque le pasan cosas que no pasan en la vida normal “romperme un dedo jugando a cartas, que me ataque una paloma, que una jirafa me muerda la camiseta”. En el amor no ha tenido mucha experiencia porque no le gusta salir y es un tipo introvertido “en el colegio siempre era el rarito”. Le gustaría encontrar a una chica que compartiera sus gustos por el anime y salir al monte.
Tari, su cita, es una amante del anime y de cualquier cosa que implique estar fuera de casa. Al verla, Carlos ha flipado porque le gustaba mucho ella y su outfit. Él se ha fijado en sus tatuajes y han comenzado a hablar de anime para romper el hielo.
Al soltero le ha gustado mucho saber que Tari era de Colombia porque así le podía enseñar otras culturas. Además, han descubierto que los dos viven muy cerquita de Valencia y a ella no le importa que él sea muy casero porque “eso se cambia”.
Respecto a lo que Tari necesitaba para enamorarse, ella ha sido sincera y le ha dicho que ella necesitaba sentirlo y que tenía claro que las relaciones abiertas no eran para ella. A Carlos le ha parecido estupendo porque él buscaba lo mismo. Eso sí, ella ha sentido que el físico de su cita no era exactamente lo que estaba buscando y no sabía si eso iba a influir en su decisión.
A Tari le han gustado mucho los tattoos de Carlos y su piercing de la nariz. Poco a poco, se ha dado cuenta de que el físico no era tan importante y que tenían un montón de cosas en común de las que poder hablar.
Los dos se han quedado con ganas de más, pero han estado de acuerdo en eso de ir poco a poco, volvemos a quedar como amigos y vamos viendo como va. Todavía tienen mucho anime que comentar juntos.