Rafael, es un soltero que ha trabajado toda su vida de camionero y que desde que se jubiló lleva una vida tranquila. Lleva unos siete años sin pareja, tras estar 40 años casado. Se considera un tipo sexualmente activo “tengo más ganas que puedo”.
Pepa, su cita, es una mujer muy coqueta “antes muerta que sencilla” y cada vez que sale a la calle se tiene que duchar y poner una ropa distinta. Al verla, Rafael ha sentido que era más bajita de lo que la había pedido, pero “más manejable”. Ella ha visto en él a un tipo con rasgos muy agradables y a un hombre que quiere encontrar el amor “yo no necesito a nadie que me planche”.
Mientras cenaban, Pepa y Rafael han hablado de sus respectivas edades y él le ha dicho que buscaba a una mujer activa en todos los sentidos “a buen entendedor”. Ella se ha sentido identificada “entiendo que ser refiere a andar, viajar, salir y en la cama también”. Pepa le ha contado que ella era soltera, pero que tenía dos hijas y un hijo adoptado, y no se arrepentía de nada de lo que había hecho en la vida.
Rafael le ha contado que él se había separado tras jubilarse y que había sido camionero toda la vida. Ella ha bromeado con la fama de los camioneros, pero él le ha dicho que solo había sido infiel una vez y que se lo contó a su mujer. Ella lo ha visto natural “todos hemos sido infieles alguna vez”.
Pepa ha querido saber cómo el día a día de su cita y rápidamente le ha reorganizado la vida “cocinar, cocino yo, que soy muy especialita, él que cocine y desayunar, desayunamos en el bar”. A él le ha parecido bien, se han dado sus primeros piquitos, cortos y largos, y se han dado él sí a una segunda cita que ha comenzado en ese mismo momento.