Hace ocho años que está soltero, pero Oriol asegura que no va de flor en flor. Es soldador, pero su gran afición son las joyas. Quiere a una chica con principios “humilde, amable y que valore las cosas”. Y por lo que hemos visto, es un tipo muy espléndido.
Nerea, su cita, se considera una chica muy romántica, detallista y muy entregada a su pareja. Está deseando tener una relación con la que tener planes de futuro. La primera impresión al verse ha sido buena “es una chica guapa y con estilo”. Oriol ha querido romper el hielo entregándole un colgante de cuarzo que había hecho él mismo “atrae la suerte”, además, les ha gustado saber que los dos viven cerquita.
Han comenzado la cena hablando de sus gustos y aunque a Oriol también le gusta salir, ella ha tenido la sensación de que era mucho más tranquilito con ella e igual, no le iba seguir el ritmo. En el tema de las relaciones, él le ha dicho que busca a alguien con quién formar equipo y ella ha sentido que, para equipo, ya están sus amigas y que ella quiere algo más romántico. Eso sí, han coincidido en la compresión y en el deseo de sentirse naturales con la pareja.
A Nerea tampoco le ha gustado que Oriol no fuera cariñoso y le gustara estar con la familia solo en ocasiones especiales. Ella estaba sintiendo que no tenían cosas en común, pero él estaba encantado y le ha dicho que la veía una chica muy completa. De hecho, no ha dudado en pagar la cena y dejar propina. Una propina nada habitual en el restaurante y que ha dejado a las chicas sin palabras “menuda propina, 20 eurazos”.
En el momento de la decisión final, Oriol ha dicho que él si quería volver a ver a Nerea y su cara ha reflejado su asombro cuando ella le ha dicho que sentía que no tenían cosas en común como para quedar una vez más, pero ha tragado saliva y ha aceptado las calabazas con dignidad.