Miguel se siente como una persona muy especial, se gusta así mismo y ha llegado a ‘First Dates’ muy nervioso y con la risa floja “mi risa es muy escandalosa” y muy variada. Asegura que su mirada conquista a los hombres, pero está cansado de que todos vayan a los mismo “el mundo está corrompido”. Le ha dicho a Carlos Sobera que era un tipo muy guapo y nos ha mostrado sus tácticas de seducción al ritmo de “Yo soy tu gatita, tu gatita”.
Antes de que Carlos Sobera fuera a buscar a su cita, Miguel le ha dado un trago con pajita al mojito que le acababa de preparar Matías y se le ha ido por otro lado. El soltero se ha atragantado y al ver que no reaccionaba, el presentador y Matías han tenido que intervenir. Tras unos momentos de tensión y caras de preocupación, Miguel ha recuperado el habla y con lágrimas en los ojos le ha pedido a Matías que le hiciera el boca a boca. “Cumple con tu obligación”, le ha dicho Sobera, pero Miguel no tenido la suerte que deseaba.
Eduardo, su cita, asegura que para él la música es “como si me faltara el aire” y que es un tipo muy amoroso. Al verle, Miguel solo ha podido fijarse en sus ojos “uf, las cejas de gato” y no le ha gustado nada de nada, y se ha quedado muy callado. Eduardo también se ha quedado mudo, pero por todo lo contrario “he sentido un flechazo enorme”. Al ver la tensión, Carlos Sobera les ha invitado a brindar mirándose a los ojos y han acabado mojándose toda la ropa con el mojito, y riéndose.
La sensación de ambos solteros había sido muy distinta, pero Eduardo ha comenzado la cita explicándole a Miguel lo que esperaba de una relación y le ha empezado a poner nervioso porque a él también le gustaría encontrar una relación romántica y enamorarse. Le ha contado que él dejó los estudios y que trabaja de camarero. No ha entendido muy bien eso de la música comercial, pero parece que a él también le gusta ese tipo de música. De hecho, le ha dicho que cantaba y que le podía sorprender durante la cita.
Miguel no quería decir nada porque estaba muy nervioso y Eduardo no le estaba gustando nada de nada, pero Miguel sentía todo lo contrario. De hecho, en lugar de ser sincero, le ha empezado a decir que estaba nervioso y que tenía unos ojos muy bonitos, algo que ha hecho que las expectativas del soltero se dispararan.
En el reservado, Miguel ha continuado lanzándole señales falsas y Eduardo cada vez estaba más ilusionado “no me ha llamado nada, tiene pluma como yo, seríamos como dos lesbianas juntas”. Eduardo le ha sacado a bailar salsa, le ha abrazado y hasta le ha cantado, algo que a Miguel le gustado y mucho “eso sí lo ha hecho bien, lo único que me ha gustado”. De hecho, los ojos se le han llenado de brilla y le ha soltado un “ya me he enamorado del todo”.
En el momento de la decisión final, Miguel no sabía explicar con exactitud que no habían congeniado “¿Cómo se dice?”, pero Eduardo ha dicho que él si quería repetir y se ha tomado con mucha dignidad las calabazas que no esperaba.