Ricardo está muy contento con su físico y va 5 días al gimnasio “los abdominales los trabajo bastante, estoy listo para un 4x4”. Su familia le llama Ken y le ha contado a Carlos Sobera que también se cuida en otros sentidos “en el amor, cuido mi salud mental”. Busca a una persona auténtica que se sienta bien consigo mismo.
Carlos, su cita, también es un tipo presumido al que le apasiona cuidarse “si puedo estar mejor, lo voy a hacer”. Al verle, Ricardo ha sentido que era un tipo guapo y le ha gustado que fuera de Madrid porque él lleva más de un año en la ciudad. A Carlos, Ricardo también le ha parecido muy guapo “un latino muy sexy” y han comenzado a hablar rápidamente del gimnasio.
Los comensales han comenzado la cita hablando de sus respectivas edades y Carlos no ha dudado en decirle que tenía una sonrisa preciosa. Ricardo le ha contado que había estudiado comercio internacional, que trabajaba también de cocinero y que acababa de comenzar su carrera como cantante.
Carlos estaba encantado con su cita y no ha dudado en confesarle que era un tipo espontáneo al que se le notaba cuando algo le gustaba y algo no “como ahora que estoy muy a gusto, me pones un poco nervioso”.
La música ha comenzado a sonar en el restaurante y Carlos le ha confesado que era su momento más temido porque él no saber bailar, pero al sentir que Ricardo le agarraba fuerte, se ha dejado llevar y ha comenzado a mover las caderas al ritmo. Los dos han comenzado a sudar y es que “me he puesto cachondo en varios momentos”. A Carlos le ha encantado el ritmo de su cita, pero si tiene que elegir se queda con el pecho y el abdomen de su Ricardo “lo he podido tocar”.
Ricardo le ha contado que el piercing de la lengua es muy doloroso y que se lo tuvo que hacer dos veces “la primera vez me lo tragué”, pero ahora llevaba 7 años con él “tengo mucha experiencia, lo manejo muy bien”. Comentario que ha vuelto a poner a Carlos rojo como un tomate, algo que había sucedido varias veces antes durante la cita.
En el reservado, el soltero no sabía ni qué hacer y han apostado por darse un piquito “sorpresa” y dejar los besos largos para después de la cita. La decisión final ha comenzado con un “¿Te has puesto cachondo?” y ha terminado con un vamos a tomarnos otra copita y ya veremos cómo termina lo nuestro.