Sonia es una chica Disney y sigue creyendo en los príncipes azules, pero no ha tenido relaciones de más de cinco años. Está buscando a un hombre cariñoso, con ojos bonitos, sincero… Tiene miedo a volver a sufrir por amor y le gustaría encontrar a alguien con el que simplemente vivir.
Juan, su cita, se fija mucho en “el culete” de las mujeres, pero sobre todo se fija en el interior de las personas y le gustaría encontrar a alguien con quién conectar, divertirse y ser feliz. A Sonia le ha parecido que tenía unos ojos muy bonitos y le ha gustado saber que también era de Barcelona.
Ya en la mesa, Juan le ha contado que tenía tres hijos de edades muy diferentes y que no quería decir cuántos años tenía él, detalle que Sonia ha aprovechado para preguntarle su edad y pasarse un rato muy divertido. El soltero le ha dicho que tenía 55 años, pero que parecía que tenía 54 y medio.
Sonia le ha contado que en el amor había tenido “cosas buenas, malas, muy malas y fatales”, se casó con 23 años, fue madre a los 25 y a los 28 se separó. Él da todo sin esperar nada a cambio, pero no esperaba recibir lo que ha recibido. Él le ha dicho que se quedaba con los dos hijos que tenía y que echaba de menos tener a alguien al lado. Sonia le estaba cayendo estupendamente, pero no sabe si de eso al amor hay un camino demasiado largo.
Para enamorarse, Juan asegura que necesita complicidad y que el físico no le importa, pero el físico de Sonia no le ha convencido “no es mi tipo”. Eso sí, asegura que ella es una mujer genial y que se lo ha pasado genial con ella “no sé qué hace sola”. Ella también estaba encantada con él y no ha dudado en decirlo “es un tipo genial”.
Antes de abandonar la mesa, Juan no ha dudado en apurar su copa de vino y bromear “como buen catalán”. Ella estaba muy contenta y con ganas de repetir la cita, pero Juan le ha dicho que no quería mentir a nadie y que no era su prototipo, y no quería seguirla conociendo.