Carlos es cortador de jamón y aunque vive en Barcelona, es sevillano de corazón y muy del Betis. Le gustaría encontrar a una chica que, vista bien, que no sea choni y sobre todo, que no sea del Sevilla.
Débora, su cita, es una chica muy sincera y muchas veces peca de borde. Al verla, Carlos ha visto a una chica atractiva y viceversa. La joven le ha contado que es italiana, pero que lleva ocho años viviendo en Barcelona y que es enfermera. Él le ha explicado que es cortador de jamón y que actualmente trabaja en un supermercado.
La cena de Carlos y Débora no ha comenzado muy bien, ella le ha dicho que no le gustaba el fútbol y a él no le gusta salir de fiesta. Es un chico muy rutinario que va cinco días al gimnasio y que prefiere comerse una paella el domingo que salir un sábado, algo que a ella le ha llevado a pensar que es quizás muy aburrido para lo que está buscando.
Según iban pasando los minutos los solteros iban descubriendo que no estaban hechos el uno para el otro. Carlos se ha interesado por el trabajo de Débora y ella le ha contado que además de trabajar de noche en el hospital, hacía noches sueltas en la cárcel. Él le ha hablado de su pasión por Sevilla y sus planes de irse allí a vivir, pero ella ha tenido claro que su vida está en Barcelona y no la cambia por nada.
Débora ha querido saber si Carlos quería tener hijos y él le ha dicho que sí, que quiere tener dos, primero un niño y luego una niña, que su idea es tenerlos con 30, pero que si vienen cuando él tenga 42 tampoco pasa nada. Eso sí, “quiero que nazcan en Sevilla y que sean del Betis, cojones”. Su cita le ha escuchado atentamente y se ha reído de sus peticiones “como si pudieras elegir” y le ha dejado claro que ella no quiere ser madre.
En el momento de la decisión final, Carlos ha sentido que la cita había fluido y que los dos podían seguirse conociendo un poquito mejor, pero Débora le ha dicho que sentía que en un futuro iban a chocar porque ella no quiere ser madre y no se va a ir con él a vivir a Sevilla.