A Sergio le encantan las motos, siempre ha tenido motos grandes, pero hace seis años tuvo un accidente grave y le dejó la espalda bastante tocada. Trabaja en un centro de limpieza con chavales con discapacidad en Barcelona. Ha tenido varias parejas duraderas, pero tiene la sensación de que la cosa no funciona porque “soy un golfo, me gustan mucho las mujeres”. Está buscando a una chica simpática, echada para delante y si puede ser que sea delgadita.
A Lidia, su cita, le dicen que tiene flow y es que no hay nada más que verla las cejas, los tattoos, el outfit… Cuando murieron sus padres entró en un bucle de depresión, no quería salir de casa y por la medicación llegó a pesar 120 kilos. Al verla, Sergio ha tenido claro que “le daría un viaje” sin embargo, ella sintiéndolo mucho le ha parecido “un tirillas” y que no tenía nada que ver con ella.
Los solteros han coincidido en sus lugares de residencia y en su pasión por las motos, pero ella tenía la sensación de que la cita no iba a funcionar “mira mi cuerpo y mira el suyo, no es que yo sea un bellezón, pero parece que voy a pasear a un niño”.
La cena de Lidia y Sergio no ha comenzado bien porque ella ha querido saber cuántas cervecitas se había tomado para quitarse los nervios y él la ha mentido. La soltera le ha advertido que no soportaba las mentiras y ha cambiado de tema preguntándole por su vida sentimental. Sergio le ha dicho que acababa de pasar una etapa de asexualidad, pero que para él el 80% de una relación es el sexo y que si una pareja funciona bien sexualmente “lo demás va rodado”. Lidia no ha estado muy de acuerdo con él “yo prefiero follar una vez a la semana y estar una hora, hacerlo bien, que una cosa diaria de dos minutos”, y le ha dicho que para ella el 90% es la comida y no el sexo.
A Lidia le ha gustado que la madre de su hijo fuera la mejor amiga de Sergio, pero no le ha gustado que le volviera a preguntar por el padre de su hijo porque ella ya le había hablado de ese tema y no había retenido la información. Tampoco se había enterado de que a ella no le había contado a qué se dedicaba y la joven ha tenido la sensación de que tenía problemas de memoria, y que no le encontrar por ningún lado la gracia y el cachondeo que aseguraba derrochar “si eres muy payaso ponte la nariz porque vamos…”.
Antes de pagar la cuenta, Lidia se ha ido al baño para contarle a su amiga que no tenía nada en común con el hombre con el que estaba cenando y Sergio le ha dicho a Cristina que no había surgido la chispa entre ellos. Sergio ha sentido atracción física, pero se ha dado cuenta de que como pareja no iban a congeniar. Ella le ha dicho que no le había gustado ser ella la que hablaba todo el rato y que necesitaba a un chico más activo.