Mª de las Montañas se ha presentado en ‘First Dates’ como una joven espontanea, apasionada y sin ningún tipo de timidez. Es camarera de piso y en el amor ha tenido parejas bastante duraderas, pero se acabaron porque ellos eran muy celosos y ella es muy sociable “Nivel tóxico, nivel cien”.
Es una mujer de flechazos y le ha contado a Laura Boado que le había pasado algo muy fuerte en el tren de camino a Madrid. Mª de las Montañas ha cruzado la mirada con un chico que viajaba en su mismo tren, ha saltado la chispa y los dos han descubierto que venían a ‘First Dates’. Laura le ha dicho que no sabía si ese chico iba a ser su cita, pero que estaban a punto de descubrirlo.
Juan, su cita, sí ha resultado ser el chico que había conocido en el tren y con el que había sentido un flechazo. Nada más entrar, ambos se han fundido en un abrazo y han saltado chispas. Juan también es un tipo muy sociable y al conocer a Mª de las Montañas ha sentido algo especial. Los dos son de la zona de Málaga y la cita ha comenzado con mucha ilusión.
A Monti le ha gustado saber que Juan es un chico muy activo que no pisa casi por casa y que está todo el día proponiendo planes. Y mucho más saber que tenía el corazón acelerado de tenerla delante. Ella le ha dicho que también estaba pérdida en esos preciosos ojos azules y que no le importaba que fuera calvo “me ponen lo calvos y más un calvo con cara de malote y esos ojos”. Juan tenía pensado volverse por la noche a Málaga, pero al saber que Monti se quería quedar en Madrid, ha tenido claro que iba a cambiar los billetes del tren.
Como quién no quiere la cosa, Monti le ha preguntado si le gustaba más la carne o el pescado para saber cómo era en el tema sexual. Juan le ha dicho que él era muy pasional y que siempre se dejaba un poquito de fuerzas en el trabajo para “cumplir como un hombre por la noche”. Ella ha alucinado y ha sentido que había encontrado a su “machito Alpha”.
Juan le ha advertido de que le llaman “el pulpillo de Málaga” porque “no tengo dos manos, tengo muchos tentáculos”. Monti ha querido saber si le daba morbo que le pillaran practicando sexo y han comenzado a relatar los lugares públicos en los que habían tenido relaciones “en miradores públicos, mirando al mar, mirando a Cuenca”. Monti estaba encantada con Juan y viceversa de hecho, él se ha puesto en pie para que le viera bien de arriba abajo.
Según iban pasando los minutos se iban calentando más y más y han pedido que subieran el aire acondicionado “a mí me va a dar algo”, “vamos a tener un incendio”. Al entrar en el reservado, la cosa ha ido más y los solteros han tardado muy poco en besarse. Juan le ha dado un beso que Monti asegura que no olvidará, pero le ha dicho que si comenzaba a olvidarlo, que él se lo recordaba encantado.
A los solteros se les han quitado las ganas de comerse el postre y han querido comerse otra cosa “ha probado este caramelo y parece que le ha gustado, ya verás cuando encuentre la sorpresa”. Monti y Juan estaban casi sudando y con la seguridad de que esa noche se lo iban a pasar muy bien juntos y que “Madrid va a temblar”.