Jordi descubrió su gran pasión al encontrar la filosofía de hecho, asegura que no se ha enamorado de nadie y sí de la filosofía. Le ha demostrado a Carlos Sobera que es capaz de hacer el cubo de Rubik con una mano y en menos de 30 segundos. Es un tipo muy inquieto intelectualmente y le gusta estar aprendiendo todo el tiempo. En el amor, no ha tenido suerte, pero tiene claro que le gustan las chicas alegres y con temas de conversación.
Sara, su cita, tampoco ha tenido ninguna relación seria. Al ver a Jordi ha sentido que no era su prototipo de chico, pero ha querido conocerle. Los dos tienen 18 y 19 años y están estudiando.
Los jóvenes han comenzado la cena hablando de sus aficiones y Jordi le ha dicho que le gustaba mucho salir con sus amigos, pero que leía muchísimo y que aprender era lo que más me gusta. Sara le ha dicho que ella había practicado todo tipo de deportes, pero que en este momento solo estudiaba y trabajaba. Eso sí, le ha dado mucha envidia que Jordi leyera tanto.
Jordi ha querido saber si Sara era creyente y al saber que sí, le ha dicho que el era ateo y ha intentado debatir sobre el asunto, pero ella le ha dicho que no le gustaba opinar sobre temas que no controlaba. Por ejemplo, no puede hablar de política o de otras religiones porque no sabe lo suficiente para tener una opinión clara. Él se ha decepcionado un poco porque le gustaría encontrar a alguien a la que también le gustara aprender todo el rato y hablar de cualquier tema.
El soltero también ha querido saber la postura de su cita sobre el sexo y el desnudo, pero Sara le ha dicho que de eso no habla nunca en una primera cita. En el tema de las relaciones abiertas, los solteros también ha discrepado. Sara tiene claro que quiere una relación con futuro y a Jordi no le importaría experimentar.
En el momento de la decisión final, los dos han tenido claro que había temas fundamentales que les separaba como pareja, pero que se lo habían pasado bien y que era más fácil que fueran amigos que cualquier otra cosa.