Fernando tiene 42 años, viene desde Alicante y es economista. Es "bastante exigente" con las mujeres: "Me gusta mucho que sea femenina, que sea de un nivel cultural parecido al mío, nivel de educación, de estudios... Que sea una persona con la que puedas hablar de tú a tú y te entiendas perfectamente con ella".
Su cita, Romina, tiene 39 años, ha sido administrativa y actualmente gasolinera. Se considera "muy sexy", le encanta verse "sexy" y le gusta hacer regalos que lleven "algo sexy".
Nada más conocerse en la barra del restaurante, pronto han empezado a conversar. Fernando no ha tardado en darse cuenta de un importante detalle para él: Romina habla por los codos. "Quizás hablaba demasiado, nunca sabes si es porque ella es así o porque está muy nerviosa", ha compartido con el equipo.
Pero, según iba avanzando la cita, Fernando se ha reafirmado en su primera impresión. Y es que han sido varias las ocasiones en las que Romina ha cogido carrerilla para contarle a su cita lo máximo posible sobre ella: "Sí que he sentido que hablaba demasiado. No me dejaba hablar a mí. He notado como que quería expresar mucho cómo era ella, pero no se interesaba lo suficiente por mí".
Fernando lo ha intentado continuamente, pero no ha sido posible entrar a formar parte de la conversación: "A mí no me importa normalmente que las chicas hablen de más, porque yo hablo de menos, yo lo reconozco. Pero cuando ya eres incapaz, que no puedes decir casi nada de ti porque no te da tiempo... Te da la sensación de que no tiene interés".