Celia es una joven abierta, sincera, con carácter y le ha contado a Carlos Sobera que ha tenido tres parejas, pero que su última pareja le fue infiel con el vestido de novia comprado. Seis meses antes de la boda descubrió que le estaba siendo infiel “fue un palo”. Busca a un chico alto y si puede ser con ojos bonitos.
Juan Pablo, su cita, se define como una persona alegre y divertida, a la que le gusta ser el centro de atención y “regalar sonrisas”. Le gusta sorprender y tener detallitos “soy un ninja del amor”. La cita ha comenzado muy bien, han descubierto que los dos viven cerquita y que él no piensa volver a Uruguay. A Juan Pablo le ha gustado mucho el físico de Celia y a ella, él también le ha parecido guapo, pero el pelo no le ha terminado de convencer.
Celia ha decidido empezar la cita tocando el tema que menos le gustaba y le ha preguntado a Juan Pablo por qué se había decolorado el pelo, él le ha dicho que había sido un momento locura, pero no la ha convencido “soy muy tradicional”. Respecto a lo que le gusta hacer, el soltero le ha dicho que él es como el arroz y que acompaña a todos los lados. Se apunta a cualquier plan y si te ve llorando, se pone a llorar contigo.
La soltera ha flipado porque ella no llora con sus amigos, les ayuda a reponerse y tampoco le ha cuadrado eso de que Juan Pablo nunca se enfadara, no le ha creído. Celia no pensaba que su cita tuviera 42 años, pero no le ha importado porque siente que pueden tener un equilibrio, pero que todavía viviera con sus padres le ha echado también un poquito para atrás.
Al saber que a Celia le gustaría tener sexo de noche en la cubierta de un barco, Juan Pablo ha sentido ganas de cumplir su deseo y superar su mareo en alta mar, pero ella no se ha visto con una copita de champán frente a la chimenea.
Celia ha disfrutado de la cita, se ha reído mucho y Juan Pablo le ha caído muy bien, pero no le ha visto como su pareja, siente que es demasiado happy para ella “necesito a alguien con más carácter”.