Margarita ha venido desde Santurce a ‘First Dates’ con la ilusión de enamorarse, ella no pierde la esperanza de casarse ante los ojos de Dios “con un vestido sencillito y rodeada de amigos y familia”. Tuvo una relación larga de 16 años, pero ya lleva unos 10 años sin tener sexo porque no le ha apetecido, es una mujer clásica “del siglo XX”. Ella tiene claro que no se acostaría con cualquiera “qué quieres que me acueste y luego vaya al confesionario todo el rato”.
Antes de conocer a su cita, ha querido saber si era del País Vasco porque a ella le gustan los de su tierra o los de Santander porque a los de Burgos los ve “más aldeanos, tienen vacas”.
A Martín, su cita, le gustan las mujeres simpáticas, guapas y fieles. El soltero ha venido con una rosa para su cita, pero al verle, Margarita ha exclamado un “puf, vaya callo”. No le ha gustado nada de nada “no es mi tipo y no me hubiera fijado en él ni aquí ni en la calle”. De hecho, se ha mostrado muy crítica cuando él le ha dicho que venía de Mirando del Ebro “Sí, el clásico aldeano”.
La soltera ha comenzado la cena preguntándole a su cita si era divorciado y al saber que sí, le ha soltado un “nada, yo no puedo con eso, soy católica”. José Manuel ha flipado porque no entendía el motivo y ella le ha explicado que ella no se arrima con cualquier y que necesita formalizar la relación. A su edad ya no está para rollitos y busca un amor consagrado ante Dios. A él le ha parecido bien porque él tampoco está para rollitos, pero ella no se fía ni de separados ni divorciados.
Margarita sentía que su cita buscaba a una mujer para vivir con ella “así, arrimada”, pero no está dispuesta a que el estado se quede con su pensión el día que se muera.
La soltera se ha fijado que en la mesa de al lado había dos mujeres rubias cenando juntas y le ha preguntado a su cita “¿Esas serán lesbianas? ¿Bolleras?”. Martín le ha dicho que seguramente sí, pero que a él no le importaba. Margarita el ha dicho que a ella tampoco porque tiene claro que hay que respetar igual que quieres que te respeten a ti, pero no está acostumbrada a ver citas de chicas y le han surgido un montón de dudas “Como dice mi amiga, los gays tienen algo que meter, pero ellas, ¿Qué harán?”.
Martín le ha dicho que él conocía a mujeres lesbianas, pero que no había hablado de sexo con ellas y Margarita se ha puesto a hacer suposiciones “un vibrador de esos, la lengua… se chuparán entre ellas, pero la veo a una muy mayor y a la otra más joven”. Martín ha sentido que su cita estaba muy anticuada.
El soltero se ha lanzado a la piscina y ha querido saber cómo era su cita en el terreno sexual. Ella le ha dicho que había sido un volcán, pero que llevaba 10 años sin catar varón porque eso era lujuria y pecado. Martín no entendía nada y le ha dicho que ella era todo lo que buscaba, pero que les separaba su creencia religiosa. La soltera tuvo una conversión a los 30 años, cambió su forma de ver la vida y comenzó a ir a misa, pero tiene claro que nadie le ha comido el coco.
En el momento de pagar, Martín no ha hecho intención de invitarla y cada uno ha pagado lo suyo. Algo que Margarita le ha reprochado en la decisión final, le ha dicho que esperaba que hubiera sido un caballero y la hubiera invitado a cenar. Martín le ha dicho que él era igual de caballero pagando la cena que sin pagarla, pero ella no ha pensado igual.
Los dos han tenido claro que no tenían nada en común y que él no era el hombre que la iba a llevar al altar. Eso sí, a una amistad para tomar una copa y salir a bailar, Margarita le hubiera dicho que sí, pero relación sentimental con divorciados, tiene claro que no.