Irene es una fan de los retoques estéticos “en cuanto pueda me pongo Botox, no voy a envejecer jamás”. Estuvo a punto de casarse, pero unos meses antes de la boda se rompió la relación con el vestido comprado. Su pareja tenia hijos, se agobio con la convivencia y fue ella la que salió corriendo. Busca a un hombre moreno, serio y que sea aventurero, no le gustan las cosas con hora. Le gustaría tener una maternidad al uso con un padre, un chalé y un perro, pero si no lo consigue, tiene claro que será madre soltera.
Alejandro, su cita, se ha presentado como un hombre que no pierde la esperanza de encontrar el amor y al ver a Irene se ha llevado una buenísima impresión. Ella no ha exclamado un wow ni ha visto algo horrible simplemente, ha sentido que su cita era “bien, aceptable”. Irene ha bromeado con un “¿Qué estamos haciendo aquí?” y Alejandro le ha contado que también vivía en Majadahonda y que tenían la misma edad.
Por culpa de una amiga, Irene ha comenzado a fijarse en el calzado de los hombres y al ver las zapatillas de Alejandro ha sentido que no le pegaba, pero nunca se sabe y tras un brindis, se han ido para la mesa.
Al saber que Alejandro es policía, Irene ha sentido que tenía un imán para las agentes de la ley, algo que no le importa porque le parece una profesión admirable. La soltera ha querido saber si Alejandro era aventurero y él le ha contado que le encantaba viajar, y que había aprendido a hacerlo solo. Su último viaje fue a Tailandia, se fue un mes y fue el mejor viaje de su vida. Ella ha ido tres veces al país asiático, pero ha escuchado atentamente como había sido la aventura de su cita.
Irene ha sentido curiosidad por saber si su cita tenía una casa en propiedad y Alejandro le ha contado que en ese momento estaba viviendo con sus padres. Había estado viviendo con su pareja en Las Rozas y tras una ruptura repentina, descubrió que estaba con una persona que no era real. Mantenía una vida paralela con otro hombre, no trabajaba dónde le había dicho que trabajaba, no vivía en el sitio que decía… “Era una persona ficticia”.
La soltera ha flipado y ha sentido ganas de conocer más detalles de semejante culebrón, pero también ha comenzado a dudar de que él no se hubiera dado cuenta de nada. De hecho, se ha ido al baño para contarle a su amiga que no sabía qué hacer. Alejandro le gustaba físicamente, le gustaba su forma de ser, pero la ropa… “Creo que no me pega”.
Sin preguntarle, Alejandro ha sentido que Irene y él salían por los mismos sitios de fiesta y ella ha alucinado porque sabía que se movía entre Ponzano y Retiro los fines de semana. Los dos estaban encantados de haberse conocido y han tenido claro que querían repetir, les quedan muchos viajes por hacer y por hablar juntos.
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