Cristina y Lucía, madre e hija, han entrado en ‘First Dates’ derrochando glamur y con las cosas muy claras “estoy enamorada de ti”, le ha soltado antes que nada a Matías. Madre e hija con inseparables, las llaman “las Kardashian del Palo” y van de tiros largos hasta a comprar el pan. Eso sí, sienten que los hombres las ven tan guapas que solo las quieren para un ratito. Lucía siempre hace a su casa y siempre sale de casa con las bragas limpias “por si acaso”.
Cristina se ha quedado en la barra para conocer a la cita de su hija y Lucía ha sentido que igual se asustaba el muchacho “mi hija es la guapa y yo soy el cerebro, mi hija es como su padre, es lentita”.
Lautaro, la cita de Lucía, ha entrado al restaurante muy, muy nervioso, pero el desparpajo y la belleza de Cristina le han ayudado a relajarse. Ella ha sentido que no le iba a gustar a su hija porque Lautaro tenía pinta de ser un trocito de pan y a ella le gustaban los malotes. Elsa Anka le ha pedido a la soltera que le contara la verdad y Lautaro no podía creer que fue a cenar con la hija de Cristina, ella ya le había parecido una mujer muy bella.
Más nervioso todavía y tras santiguarse, el soltero ha conocido a Lucía, su cita, y no ha tenido más remedio que soltar la palabra “de puta madre”. Su cita le ha parecido un bombón y han comenzado hablando de sus respectivas edades.
Lucía ha querido saber a qué se dedicaba su cita y le ha gustado escuchar que era Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, y que estaba estudiando dos másteres. Respecto a lo que se fija en una chica, Lautaro le ha dicho que en los ojos y en el pelo, ambas cosas de ella que le habían encantado. De hecho, el ha confesado que como dirían en su país “sos un camión” es decir, que “estás buenísima”.
Respecto a los tatuajes, el soltero le ha dicho que tenía 11 pero que su cuerpo era un lienzo en blanco. Ella le ha contado que sus amigas la llaman “la Diabla” y que su intención es tatuarse el infierno en la espalda.
Lucía le ha confesado a su cita que es una chica muy, muy coqueta y que tiene que ir conjuntada hasta cuando va en chándal. A él no le ha importado en absoluto, estaba feliz y con la sensación de que estaba cenando con una sirena. Lautaro le ha dicho que él no era muy hablador y que siempre había sido un chico excelente, pero ella ha sentido que “los más calladitos luego son los peores”.
En mitad de la cena, Cristina ha ido a buscar a su hija para que la acompañara al servicio y poder tener un ratito de cotilleo. Lucía le ha confesado que su cita le gustaba mucho, pero para que fuera su mejor amigo porque era un niño buenísimo. A ella le gusta los malotes de gimnasio y Lautaro iba a ser “un bebé al que cuidar”.
Cristina le ha confesado que su cita tenía un rollazo increíble y que la tenían encantada, pero más allá de sacar conclusiones, madre e hija se ha puesto a menear el pandero delante del espejo.
Lautaro ha tenido claro que Lucía era la mujer que estaba buscando y le ha dicho que sí quería tener con ella una segunda cita, pero ella ha sido sincera “no soy una mujer para ti, tú eras muy bueno y yo soy más bandida”. Le ha ofrecido su amistad y su número de Whatsapp, pero Lautaro esperaba mucho más de su sirena.