Bella es una joven de veinticinco años que tiene muy claro lo que quiere en su vida y lo que prefiere mantener lejos. Es una persona a la que han engañado mucho en sus anteriores relaciones y, por ello, necesita sinceridad en su vida.
Es poco exigente en cuanto a cualidades físicas, pero sí sabe que quiere a un hombre que sea más alto que ella y que, además, tenga los ojos azules. Ha cenado con Camilo, un chico que los tiene verdes, pero que a ella le ha gustado bastante nada más verlo.
Él es artesano, se dedica a la decoración y se considera “bastante bestia”, haciendo el juego de palabras con el nombre de su acompañante. Su cuerpo está tatuado prácticamente entero y tiene un nombre muy especial grabado en su piel.
“Tengo un galgo que adopté en una perrera y se llama Machete”, decía el comensal, que ha empezado a enumerar algunos de sus tatuajes más especiales: desde las navajas que tiene tatuadas en la cabeza, hasta el nombre que esconde en su tripa.
Cuando se ha levantado la camiseta, Camilo ha dejado ver cuál era su tatuaje más arriesgado: “Este es mi tatuaje más loco y el más evidente, porque es una palabra”, decía, mostrando que llevaba escrito en su piel el nombre de su perro, Machete.
Además, ha explicado que su negocio se llama como su galgo: “Con la tontería, todo gira alrededor del perro”, le decía Camilo a Bella, una paisajista y empresaria que regenta su propio bar.