Ramón ha entrado en ‘First Dates’ y lo primero que ha hecho ha sido darle la mano a su compañero, colega de profesión. El soltero sabía que Carlos Sobera era letrado, pero él le ha explicado que, aunque era Licenciado en Derecho nunca había llegado a trabajar de ello. Ramón tiene la sensación de que los abogados también son curas, psicólogos o confesores de sus clientes y que saben cosas muy íntimas “también de las clientas, que algunas están muy bien”.
El soltero se define como un tipo muy enamoradizo y trabaja en “una profesión muy promiscua”. Quiere enamorarse porque le gusta ser feliz “tomarme un café con dos porras e irme con una mujer que me tiene loco, y ser feliz”. Le ha contado a Carlos Sobera que se había casado dos veces y se ha sorprendido al saber que el presentador también “no escarmentamos”. Sin embargo, Carlos le ha dicho “yo sí, ya no me caso más”.
Le ha confesado que ha sido infiel a su primera mujer y que le gustan todas las mujeres desde que era pequeño “quien no se ha enamorado de su profesora de primaria”. Mariví, su cita, quiere a un tipo tía Bertín Osborne o Kiko Matamoros, pero no lo ha encontrado. Quiere a un hombre que la empotre contra la pared, pero es consciente de que ella ya no tiene 17 años.
Carlos Sobera le ha advertido que se lo iba a pasar de maravilla con Ramón y él ha tenido claro que esa mujer era “un impuesto de lujo que me encantaría cotizar”. Ella ha entrado con muchas ganas y ha flipado porque Ramón le ha llevado hasta el bolso a la mesa, con dificultad, pero lo ha llevado.
Mariví le ha contado a Ramón que ella nació en Chamberí, pero que ha pasado 30 años viviendo en Las Rozas, su marido murió hace 8 años y el chalet se le quedaba enorme. Tiene tres hijos y le ha comentado que el Brexit se lo está poniendo difícil para ir a visitar a su hija a Londres. Ramón se ha venido arriba y ha comenzado a hablarle de la historia de los romanos.
El soltero tiene contados los días que le quedan para jubilarse y al contarle a Mariví que era abogado, ha querido saber a qué se dedicaba ella. La soltera le ha dicho que había trabajado de todo, pero que, sobre todo, había sido relaciones públicas, se había relacionado con gente muy importante y había visto de todo “puedo escribir un libro de anécdotas, me llevaban a sitios de lucecitas de alto standing”.
Ramón se ha manchado la camisa y los dos han bromeado sobre la forma en la que hubiera reaccionado ella si fuera su marido. El soltero le ha contado que su primera mujer le echaba la bronca cuando se manchaba y ella ha querido saber si estaría dispuesto a casarse una tercera vez.
Mariví está buscando a su propio Kiko Matamoros y aunque es consciente de su edad, le ha confesado a Ramón que ella le había pedido “alto, guapo, delgado, con dinero…” y si puede ser que la empotre contra la pared y “Ramón ya no está para coger peso”. A él le ha entrado la risa y ha entendido que la cosa no estaba funcionando muy bien.
La soltera le ha confesado que no era de irse con nadie la primera noche y que su marido era muy feo, pero que también muy atractivo. Ramón ha sentido que eso le daba posibilidades, pero se ha equivocado. Mariví le ha explicado que tenía muy idealizado lo que quería y que no quería volver a verle, una pena porque él sí estaba deseando volverla a ver.