Teresa es una mujer con mucha personalidad, que no se deja influenciar por nadie, que cuando llega “se nota y cuando me voy se siente”. Trabaja en la recepción de un centro de estética, pero le encanta maquillar y el diseño de cejas. Ha tenido solo una relación larga de 6 años, pero siente que no se ha enamorado nunca y le gustaría vivir la experiencia.
Gerardo, su cita, es podólogo y siente que ha aprendido a saber cómo los seres humanos estamos plantados en la tierra. Al ver a Teresa no ha tenido ojos para nada más porque le ha parecido una mujer muy guapa y atractiva.
La cita de Gerardo y Teresa ha comenzado hablando de pies, los dos tratan en sus trabajos el tema y ella le ha propuesto una idea que puede ser revolucionaria. Tiene la sensación de que el trabajo de lo podólogos es muy basto y le ha propuesto hacer una pedicura spa, añadiendo a su servicio una pedicura para que las clientas salgan de allí con todo hecho. Ella se aburre en su trabajo y le gusta mucho innovar.
Teresa le ha contado que tiene una hija de 12 años y que no quiere ni más hijos ni parejas que tengan hijos. Para ella los hijos no son una prioridad en la vida y lo que más le gusta del mundo es salir de fiesta, sale todos los fines de semana y el último estuvo en “la patatada”. A Gerardo le gusta otro tipo de ocio y ella ha sentido que es muy difícil que alguien le siga el ritmo porque es muy sociable y no le da vergüenza nada.
Gerardo ha querido saber qué día había nacido Teresa y ella ha aprovechado para pedir un boli y un papel para saber cuál era el número de vida de su cita. Ella es un 11, una persona a la que no le da miedo nada ni nada le echa para atrás y se ha quedado fría al saber que Gerardo era un 9 “no me gusta ese número”. Le ha visto como un tipo familiar, tradicional “con tu polo y tu peluco” e incluso, le ha visto un poquito Cayetano y ella busca a alguien más moderno.
Él también ha sentido que Teresa era demasiado echada para delante. Con la seguridad de que no se estaban gustando, se han atrevido con el Rasca del Amor y ella le ha confesado que le daban morbo las manos de los hombres al conducir. Gerardo le ha mostrado sus manos y ella le ha soltado un “son muy bonitas”, pero no le habían gustado nada, las ha visto pequeñas. “No me gustan las manos de pianista”, le ha dicho a su cita dejándole sin palabras.
Algo que él también ha hecho pidiéndose un zumo de manzana. “Yo bebo y fumo”, le ha advertido ella dándole una señal clara de que no eran muy compatibles. En el momento de la decisión final, ella le ha dicho que no tendría una segunda cita porque no se habían dado todos los factores que necesita para formar una relación y él le ha dicho que no eran compatibles “bebes zumo de manzana y yo cebada”.