Rocío se considera el alma de la fiesta, es una persona muy divertida que ha viajado mucho y que en el amor ha tenido de todo “He hecho cosas muy locas, orgías, tríos… Pero los excesos del sexo y el rock and roll quedaron atrás”. La soltera quiere sentar la cabeza, pero tiene claro que no quiere a alguien “que vota a VOX o tenga ideas anticuadas”. Busca a una persona inteligente y está interesada en la filosofía y la historia del arte.
Carlos Sobera ha querido saber cómo le gustaban los hombres físicamente y ella ha tenido claro que “me calentaba mucho Iñigo Errejón, me parecía muy atractivo… Carita de nada, flaquito, pero muy peleón, muy guerrero”. Entre sus pasiones está la música, bailar, cantar, toca la guitarra, compone sus canciones.
Javier, su cita, se ha presentado como el típico empollón que no salía de la biblioteca, pero que tenía claro que quería viajar y un día o dejó todo para conocer el mundo. Al entrar se ha llevado una gran sorpresa y no ha dudado en decirle a Rocío que era muy guapa, ella también ha sentido que le había tocado un “bombonazo”.
Tras la presentación inicial, Carlos Sobera ha querido saber si a Javier le gustaba el twerking porque su cita tenía el superpoder de bailar twerking haciendo el pino y estaba deseando mostrárselo. El soltero estaba alucinando, pero se ha dejado llevar y ha flipado al ver a su cita cabeza abajo moviéndose de una forma espectacular. Javier es fotógrafo y no ha dudado en inmortalizar el momento. “Vaya fotón”, ha exclamado Matías ante una situación que ha resultado explosiva.
Con la foto en la mano, la pareja ha comenzado a conocerse y Rocío ha querido saber qué pensaría la abuela de Javier si viera la foto y no ha podido contener la risa al escuchar “esta chica que vaya a la iglesia”.
Los solteros se han gustado muchísimo y se han ido conociendo con admiración y ganas. Javier le ha contado que había estado viviendo en Bali, Argentina, Canarias… Y que ahora se dedicaba a ser fotógrafo en la nieve y profe de surf en verano, en realidad ha estudiado veterinaria, pero él quiere seguir descubriendo el mundo. Por su parte, Rocío ha estudiado turismo y ADE y ha trabajado de guía, pero su sueño es cantar. A su cita le ha encantado saber que tocaba la guitarra y el piano, y ella ya se ha visto organizando eventos con él “yo canto, el hace fotos y nos hacemos ricos”.
La música ha comenzado a sonar de nuevo en el restaurante y Rocío le ha demostrado a Javier que es una auténtica bomba y le ha llevado hasta a intimidar, y eso asegura que es muy complicado. Ella tiene la sensación de que en España la mayoría de las caderas están oxidadas y que “Hay que aprender a mover el ojete porque eso mejora tu vida personal y sexual”, pero ha reconocido que su cita no lo ha hecho nada mal y que “me ha calentado un poquito”.
En el reservado, Rocío ha tenido el gusto de ser “la que abre las pelotas” y en lugar de leerle lo que ponía, ha sorprendido a Javier con un “¿Qué piensas de Friedrich Nietzsche?”. Él ha flipado y le ha hablado de la teoría del superhombre y de matar a Dios, algo que a ella le ha gustado “Me humecta más la panocha un tipo culto e inteligente que me hable de cosas cultas que uno que venga con la verga en la mano”.
En el momento de la decisión final, Rocío le ha dejado claro que le había gustado mucho y que quería seguirle conociendo, pero él ha sido sincero y le ha dicho que le había parecido una bomba, pero que no le había atraído porque él es más de rubias surferas. Rocío ha aceptado las calabazas con mucha deportividad y le ha hecho una promesa “en otra vida voy a nacer rubia, surfera y con ojos azules, y vos sabiendo más cosas de los filósofos y aprendiendo a mover la cadera, estás flojo, muy español, muy europeo”.