Vicente es casi un monje tibetano, hace unos años estuvo viviendo con una tribu y tuvo un espectacular despertar espiritual. Desde entonces realiza terapias vibracionales con cuencos tibetanos y está atravesando un proceso de enamoramiento consigo mismo. Luci, su cita, es una bailarina y stripper profesional que se mueve por las energías, medita y fluye.
La cita entre ambos ha comenzado con la energía de un cuenco tibetano y ha terminado como ninguno de los dos podían imaginar. Durante la cena, han hablado de energías, meditación, mundos paralelos, viajes astrales, seres sobrenaturales… Los dos se movían en un mismo mundo, pero con energías muy distintas, él ha llegado a sentir a Luci “Muy Iberdrola, la veo con muchísima energía”.
Luci se siente una diosa y busca una energía bonita, pero también busca sus ratitos para llorar sola, algo que a Vicente le ha parecido que la convertía en una mujer muy dispersa. La soltera quería que su cita le mirara los chakras y han aprovechado el reservado para conectar más allá de lo físico.
Luci ha seguido muy aplicada cada una de las indicaciones de su terapeuta vibrador y lo ha flipado, ha visto cómo su cuerpo se llenaba de energías “me estaba curando todo el dolor y las cicatrices del pasado”. Vicente ha sentido que su cita era puro corazón y que tenía el cuarto chakra a tope, pero el quinto y séptimo se los ha visto un poco cerrados.
Al escucharle tocar el cuerno, Luci se ha vuelto loca y ha sentido una gran atracción por el conocimiento que desprende su cita, pero él, que está en proceso de quererse más a sí mismo, no le ha cedido toda su energía. Parece que quieren ir poquito a poquito.