A la comensal del restaurante de Carlos Sobera no le ha ido nada mal en el amor. Se ha sentido bastante “amada”, pero aún no ha encontrado a esa mujer con quien cumplir su sueño de pasar por el altar.
Es su gran sueño y no puede evitar emocionarse al pensar en sí misma vestida de blanco: “Mi boda me la imagino tan bonita”, decía al borde de las lágrimas y controlando no romperse antes de conocer a su cita.
“Me imagino yendo en coche de caballos, entrando al lugar donde se celebrara la ceremonia con la salve rociera y, lógicamente, esperando o esperándome quien considerara el amor de mi vida”, aseguraba.
Eso sí, para casarse, su mujer tiene que cumplir una serie de requisitos. Es importante que compartan aficiones, ya que su principal pasión es montar a caballo y navegar. Tiene un velero de ocho metros de eslora.
“Busco una novia marinera que sea activa y que me ayuda a izar la vela. Me gusta una mujer bonita por fuera y por dentro. Atractiva, femenina, que tenga inteligencia emocional, cariñosa y romántica”, declaraba.