Andrea ha sentido que Rubén no era el tipo musculado y definido que una belleza como ella se merecía y le ha dado igual que su interior fuera lo que llevaba años buscando, se ha centrado en su jersey y le ha dicho que no se cuidaba lo suficiente para ella. Y es que, ya le había dicho a Carlos Sobera que “los feos para las feas”.
Andrea tiene claro que nunca se enamoraría de un feo porque ella se arregla mucho, tiene la autoestima muy alta y “necesito que esté a mi altura”. Es maquilladora y camarera, y busca a una persona que entienda que su locura por el trabajo es porque “en un futuro quiero vivir como una reina”. Carlos Sobera ha querido saber por qué estaba soltera y ella le ha dejado claro que es “muy exclusiva” y que no puede estar con un feo “los feos para las feas”.
Además, le ha explicado al presentador que quiere a un chico que entrene todo el cuerpo y no uno de esos que solo trabajan el pecho y por abajo son un palillo. El estilo le da un poco igual porque “le cambio”.
Rubén, su cita, se ve muy bien físicamente, pero tiene ambiciones y cree que se puede superar. Al verla, Andrea ha sentido que no se había preparado lo suficiente para conocer a la que podía ser la mujer de su vida. Él ha visto un pivonazo de mujer, pero ella le ha calificado de “chico del montón” cuando ella se considera “superior y no compaginamos bien”.
Ya en la mesa, Rubén le ha explicado que era entrenador de opositores, pero ella no se lo ha creído porque tiene la sensación de que no tiene cuerpo de entrenador y que ella sin dedicarse a ella tiene mejor cuerpo. Le ha contado que había perdido 26 kilos en 6 meses y que ya no podía estar sin cuidarse. Rubén le ha felicitado por su logro y ha querido saber cómo lo había hecho, pero ella no hacía más que cuestionar su profesión.
Andrea ha querido saber si Rubén era un tipo tóxico y él le ha dicho que, para nada, que su pareja es libre de hacer lo que quiera, y le ha soltado una frase que le ha tocado el corazón “una relación es un proyecto reciproco para un proyecto mutuo”. La soltera ha sentido que “Rubén es un cuadro” porque interiormente la estaba encantando, pero físicamente no le había atraído absolutamente nada. Ella está buscando algo sincero, mutuo, no quiere a más mentirosos en su vida. Lo mismo que busca él “lo has dicho todo, todo”.
Antes de la decisión final, Andrea ha ido al baño para llamar a su amiga y contarle que su cita era “un cuadro”, le ha explicado que era un chico muy majo, pero que físicamente no le gustaba nada y que era el típico para ir a cenar y ya está. La amiga se ha mostrado igual de superficial que ella y le ha dicho que le dejara que la invitara a cenar y hasta luego.
Rubén ha pagado la cena y ha explicado que sí quería seguir conociendo a Andrea, pero al saber que ella le rechazaba por no cuidarse y por su forma de vestir, ha alucinado “si yo que voy cinco días al gimnasio no me cuido, no sé…”. No podía creer que le estuvieran dando esos dos motivos para rechazarle después de la cita que había tenido.