José Antonio es repartidor y agricultor. Le gusta el campo y quiere encontrar a una chica de Murcia que comparta su amor por ese tipo de vida. Se considera romántico, detallista y quiere encontrar a alguien con quien vivir entre árboles, limones y melocotoneros.
Ha cenado con una chica que el ha llamado la atención desde el minuto uno; Paloma, una odontóloga de Lorca que, actualmente, vive en Madrid. Al contrario que José Antonio, ella no se ha sentido atraída por él, pero ha disfrutado de una velada muy agradable.
El de Murcia le ha contado que su padre estuvo reparando los edificios que quedaron dañados por el terremoto de Lorca y ella no dudaba en contar su propia historia: “Estuvimos cinco meses fuera de mi casa porque se rompió un pilar del edificio”, explicaba.
“Fue duro. Es verdad que yo tuve mucha suerte, pero hubo gente que no la tuvo. Yo estaba con mi madre y los libros empezaron a caer de la estantería a una mesa de cristal. Nos despertamos con el ruido”, confesaba.
“Era ir por la calle y veías a la gente con las bolsas, las cornisas caídas, los coches destrozados, muchas casas con grietas… Yo tenía trece años y me fui con una amiga a explorar”, declaraba la comensal del restaurante de Carlos Sobera.
Tras compartir anécdotas y experiencias, José Antonio ha decidido que quería seguir conociéndola. Sin embargo, ella ha preferido marcharse sola del restaurante del amor porque le ha faltado “feeling”.