Elisabeth ha venido a ‘First Dates’ en busca de un hombre que le hiciera volver a sentir las mariposas en el estómago y José Ramón no lo ha conseguido. Él se ha encontrado con la musa perfecta para sus fotografías, pero a ella le ha faltado el arranque de los caballos y una buena fusta.
Elisabeth se define como la anti-mujer “estoy lista en 5 minutos” y no soporta que sus amigos tarden más que ella en arreglarse. A Carlos Sobera le ha sorprendido que una mujer tan atractiva estuviera soltera y ella le ha explicado que no acaba de sentir las mariposas, no quiere a un hombre rico ni guapo, quiere a alguien con quién conectar.
Le flipa tomar el sol y los deportes acuáticos, practica paddle surf y sobre todo, pesca submarina “me encanta ir a pescar pulpos”. El gimnasio también es una de sus pasiones y asegura ser “un cuadro”, pero le da igual porque no tiene vergüenza. No tiene un prototipo de hombre cerrado, pero sí sabe que no quiere a un hombre barrigón que esté todo el día en el sofá porque ella no para de hacer cosas.
José Ramón, su cita, ligaba mucho de joven, pero ahora no sabe cómo resultaría “no sé si he perdido el sexapil o el pelo”. Está buscando a una mujer con carácter y un poquito dominante no se quiere engañar. Al conocer a Elisabeth ha tenido claro que era guapísima “una mujer de bandera”. Rápidamente se ha puesto a conocerla y no ha dudado en decir que sí le haría alguna fotografía. Él es fotógrafo y ella le ha contado que ha sacado la genética inglesa de su madre.
Elisabeth ha querido saber cuántos años tenía su cita y le ha confesado que ella tenía 47 muy bien llevados y con muchas horas de gimnasio a sus espaldas. Él le ha dicho que era mayor “52, pero muy bien llevados también”. Algo con lo que ella no ha estado muy de acuerdo “¿Muy bien llevados? Me lo hubiera llevado yo a Turquía”.
Ella le ha contado que se cuelga de las barras, hace abdominales invertidas y todo lo posible para subir el culo que se va cayendo con los años. José Ramón ha bromeado con eso de que todo se cae “el pelo lo primero”. Para Elisabeth no es un impedimento que él tenga poco pelo, pero si un hándicap porque le gustan más con melena.
De repente, José Ramón le ha dicho a su cita que iba a pedir la cuenta y se marchaba “me tienes superado”. No podía creer que tuviera ese ritmo y esa potencia en el gimnasio. Ella le ha dicho que bajaba el ritmo, pero también ha tenido la sensación de que él no era de echar dos horas en el gimnasio, pero sí de esperarla y meterse con ella en la sauna.
Elisabeth ha querido saber qué necesitaba José Ramón para enamorarse y él le ha contado que le gustan las mujeres con carácter, algo que a ella le sobra “busca en el diccionario carácter y mala hostia y sale mi foto”. Eso sí, él carácter no tiene demasiado. Se ha quedado prendado con la belleza y el toque exótico de Elisabeth y no ha parado de encuadrarla todo el rato. Le ha confesado que le tenía embobado, pero ella necesita una vidilla que no le estaba dando.
Jugando al Rasca del Amor, José Ramón le ha dicho a Elisabeth que le gustaba todo lo que veía de ella y que lo único que no le gustaban eran sus tacones porque le hacían bajito. A ella le han encantado sus manos “son inversamente proporcionales a su interior y lo debe de tener enorme”, pero también la h confesado que le estaba faltando ímpetu y un poquito de tirar los caballos para delante.
Él era consciente de que su ritmo era más lento y sosegado que el de su cita, pero no ha dudado en decirle que sí a una segunda cita porque a una mujer de bandera no se la conoce todos los días. Ella le ha dicho que le había caído “espectacular” y que se podían ir de copas en cualquier momento, pero que no había sentido las mariposas en el estómago que estaba buscando.