Un gay de pueblo y un urbanita, un hippie en retirada y una punky convencida… Hay amores que son imposibles fuera y dentro de ‘First Dates’
Los polos opuestos no siempre se atraen en el restaurante del amor
¿Qué hacer si a tu cita le apasiona la ciudad y tú odias subirte al metro?
Para encontrar el amor hace falta algo más que sentir atracción y los solteros de ‘First Dates’, lo saben
Dicen que los polos opuestos se atraen y puede que en ocasiones funcione eso de que no se soportan pero se aman con locura, pero hay parejas que por mucho que quieran están destinadas al fracaso, y lo saben. En las últimas semanas, el restaurante de ‘First Dates’ se ha llenado de citas de solteros que se gustaban mucho, pero por más que lo intentaran no conseguían encajar sus piezas. Atrás quedó eso de ¿Mar o montaña? Ahora se lleva más lo de ¿Metro o cercanías? O ¿Vivir en un camión o pagar el recibo de la luz?
Siempre hay una excepción que cumple la regla y en esta ocasión vamos a comenzar por ella. La cita de Krystian y Emmanuele comenzó con atracción y poco a poco se fue encontrando con alguna que otra piedra en el camino. El soltero italiano es una amante de la moda y pensó que su cita había elegido un outfit a los James Dean para conocerle, sin ser consciente de que a aunque trabaje en una tienda de ropa a Krystian la moda no le interesa y él tiene su estilo propio.
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Pero más allá de la moda, su cita llegó al abismo cuando Krystian le confesó que él pisaba Barcelona lo justo y necesario porque él es un chico de pueblo al que le horroriza la gran ciudad. Confesó sentirse un “animalillo en apuros” al llegar a Madrid y sentirse aterrorizado al tener que coger el metro por primera vez. Era consciente de que la pasión por la ciudad del italiano podía marcar su relación y que no tenían nada, pero nada en común, pero siempre le han hecho gracia esas parejas que no pegan ni con cola y no se soportan, pero son inseparables.
Quitando la cita de Krystian y Emmanuele, cada vez que nos encontramos con dos polos opuestos en ‘First Dates’ la cosa suele terminar en un “estamos en momentos distintos”. Y sino que se lo digan a Jezabel y Aleix. Un “mierduber” y una anticapitalista convencida de poder vivir sin trabajar toda su vida. Se gustaron, tenía el mismo rollito y ambos soñaban con cosas muy, muy parecidas… pero sus momentos vitales no eran los mismos.
Aleix ya había vivido todo lo que tenía que vivir y como muy bien le calificó su cita, es ya “un hippie en retirada”, que aunque no quería, no tuvo más remedio que abrirle los ojos a su cita y explicarle que lo de recorrer el mundo en un camión camperizado está muy bien, pero que el camión y la gasolina hay que pagarlo. Prepárate para un divertido encuentro lleno complicidad y repelente a partes iguales.
Al ver a David, el taxista de las orgías, Martía tuvo la sensación de que ese sevillano pijito de Sevilla no era para ella. No había empezado a conocerle, pero ella ya tenía claro que los sevillanos eran unos golfos que se sentían más españoles que los demás. Su cita estuvo plagada de buen rollo y de cero cosas en común. Eso sí, nada era como ella había imaginado. La de derechas, que había puesto los cuernos y pertenecía al paraíso de los vinos, era ella.
Pero para imposible, el amor de Mónica y Emilio. No es buena idea dudar de la fidelidad de tu cita sin conocerla y mucho menos cuestionar su trabajo sin tener ningún tipo de confianza. Emilio tiene claro que en la profesión de enfermería hay mucho ligoteo y no se fía ni un pelo de chicas que salen de fiesta. Este gaditano que está lleno de arrugas del sol y que trabaja solo cinco meses al año, tiene claro que el amor tiene fecha de caducidad entonces, ¿para qué viene a ‘First Dates’? se preguntó su cita.
Sylvia y José también parecían tenerlo todo para ser la pareja perfecta, hasta vivían en la misma calle, pero fue poner un pie en terreno santo y su cita comenzó a encontrarse con obstáculos que ninguno de los dos estaba dispuesto a superar.