La cita de José y Concha ha estado a punto de irse al traste al escuchar la técnica del gallego para cazar perdices en agosto, pero su pasión por el atletismo y sus ganas de vivir han podido más que un buche lleno y los solteros quieren seguir conociéndose.
“Guapísima, bellísima, radiante, una mujer…”, Carlos Sobera se ha deshecho en piropos con Concha, una mujer que nadie se cree que tenga 68 años. Es una mujer despampanante que hace seis veces a la semana zumba, dos días danza oriental y sale muchísimo a caminar. No quiere un yogurín, quiere a un hombre de su edad.
José, su cita, considera que el deporte es una forma de vida y siempre ha estado entregado a él, y parece que abuela no tiene “Soy guapo porque mi madre ha dicho ¡ahí va eso!”. “Físicamente es un bombón”, ha asegurado al conocer a Concha, quién también se ha llevado una buena impresión de él “Tienen pelo, no tiene barriga, es un poquito más alto que yo de momento, bien”.
José le ha contado a Concha que él es gallego, pero que vive en Valladolid hacen muchos años y que a Salamanca ha ido a alguna que otra carrera. Al escucharle, ella ha querido saber si también había sido atleta y se ha encontrado con un hombre que había corrido 43 maratones y dos de 100 km “estuvimos 16 horas corriendo”.
A Concha le ha parecido interesante escucharle, pero al mismo tiempo estaba intentado descubrir qué era lo que no le gustaba de José “El cuerpo bien, pero la cara tiene algo que no me gusta, está demasiado colorado igual, de salir al monte”.
A la soltera también le gusta correr y le ha contado que fue subcampeona de España de 200 metros lisos en el año 69 cuando todavía era menor de edad. El deporte siempre ha sido parte de su vida y a José le ha encantado saberlo y descubrir que también bailaba danza del vientre “se me ha ido la cabeza a lo que podría pasar si ella bailara”. Ambos tienen en común que actúan en residencias de ancianos y asociaciones de personas con autismo o Parkinson.
“Después te cuento cómo cazar una perdiz al vuelo”, le ha propuesto José a Concha dejándola muy sorprendida. “Tiene que ser en agosto cuando tienen el buche lleno de trigo y no se pueden desplazar por el agua”, ha comenzado a explicarle el atleta poniendo en una situación muy incomoda a su cita “Se calla o le callo”, quién no ha dudado en decirle que cambiara de conversación “Sabes que me gustan los animales, pero no así, no a la caza”.
Concha ha querido saber cuál era el estado civil de su cita y al saber que era divorciado, le ha dejado claro que ella quiere “compartir, no vivir”. Concha también le ha enseñado algo nuevo a José y es la tradición de apoyar la copa después de brindar por lo que pueda pasar “el que no apoya, no…”. José no lo conocía y no ha dudado en apoyar mucho su copa por lo que pudiera pasar.
En el fotomatón se han atrevido con los globos y no han dicho que no a morder el labio inferior de tu pareja. Concha le ha pedido a José que hiciera morritos y él ha sentido que su cita estaba muy dulce. Todo parecía apuntar que Concha le iba a dar calabazas, pero al escucharle decirle que lo que más le había gustado era su mirada “La profundidad de tu mirada, me has cautivado”, ha cambiado de opinión y ha sentido que ambos se podían aportar muchas cosas desde su madurez.