William es una persona muy pasional que se toma todo muy en serio. Es de Costa Rica, pero lleva más de 20 años en España. Comparte la casa con la mamá de sus hijos con quien mantiene una buena relación por el bien de sus hijos. No busca a una chica por su trabajo, quiere a una mujer que le desnude su interior.

Al ver a Lavinia, su cita, se ha quedado impactado “yo estoy acostumbrado a chicas más normalitas”. Ella también se esperaba otra cosa, pero se han gustado y rápidamente ha comenzado a hablar de lo que les gustaba, y ella le ha dicho que le encantaba la naturaleza y los perritos.

William ha comenzado su cita explicándole a Lavinia que compartía la casa con la madre de sus hijos y ella se ha puesto en guardia. Tiene claro que eso no lo podría hacer viviendo con ella y que sus hijos ya son mayorcitos para saber que sus padres están separados. Ante su actitud, William ha intentado explicarle que la madre de sus hijos y él nunca estuvieron enamorados y que eran amigos “una noche me tome media cerveza y vino Sebastián”, pero no sabemos si a su cita le ha terminado de convencer.

Lavinia le ha confesado a William que a ella le gusta que la enseñen y que presuman de ella, es una mujer clásica y le gustan los hombres caballeros. Él le ha confesado ser un romántico que escribe poemas de amor y regala flores. En mitad de su cita, ha comenzado a sonar la música y aunque al principio, William se ha quedado un poco parado, pero rápidamente se ha venido arriba y se ha lanzado a besar a Lavinia en mitad del restaurante y al ritmo de la música.

A ella no le ha importado porque le gusta que los hombres den el primer paso y es que él le ha confesado que estaba impresionado con su cuerpo y que era la primera vez que besaba a una chica así en la primera cita “nunca he hecho esto, yo no soy de rollos”. Una confesión que Lavinia no se ha terminado de creer porque le acababa de decir que su hijo nació de una noche loca con una amiga. William ha intentado explicarle que fue mucho más que eso, que ese momento “me salvó la vida” y se ha puesto a llorar al pensar en su hijito que se había levantado con él a las cuatro de la mañana para ayudarle a hacer la maleta.

En la intimidad del reservado, William ha vuelto a pisar el acelerador y no le ha dado tiempo ni a comerse el postre. Quería besar y abrazar a su cita todo el rato y ella parecía encantada. Les ha gustado su forma de ser y cómo se han sentido de arropados durante la cita. Carlos Sobera y Matías se han sorprendido al verle salir tan agarraditos y han tenido claro que iban a repetir.