La cita de Ana y José María ha comenzado con un lapsus y unos nervios que han superado gracias al humor de Carlos Sobera. Los solteros se han ido conociendo poquito a poquito, pero no han conseguido descubrir qué se escondía tras la coraza del otro. José María ha sentido que Ana no quería nada con él y ha alucinado cuando no le ha dado calabazas.
Argentino, sanitario, lleva casi 20 años viviendo en Mallorca… José María ha dado un giro radical a su vida y está buscando a una mujer con la que compartir su nueva etapa. Le gustaría encontrar a una chica morena, “un bombón”, que se cuide, que no coma comida “chatarra”, que le guste ir al campo… Lo quiere todo y parece que Ana, su cita, lo puede tener.
Ana se ha casado varias veces y al ver a José María ha sentido que era un hombre atractivo, pero al saber que era argentino y vivía en Mallorca se ha quedado un poco fría. Carlos Sobera ha querido saber qué habían sentido al verse y ella se ha quedado callada. Estaba nerviosa. El presentador le ha recomendado que mirara a los ojos a su cita para tranquilizarse y ella le ha dado la razón “es psicótico”.
“Será hipnótico no psicótico”, ha asegurado un Carlos Sobera muy sorprendido que le ha confesado que si fuera ella y sintiera que su cita era psicótico, saldría corriendo sin mirar atrás. Ana ha tenido un lapsus que ha conseguido romper el hielo de su cita y que la cena comenzara con unas risas.
Su cita ha comenzado con muchos nervios, pero Ana y José Maria han ido poquito a poquito buscando puntos de conexión entre ellos. Ambos han estado de acuerdo en que no están conectados con la forma actual de vivir el amor y que se consideran “chapados a la antigua”. No controlan las redes sociales y lo máximo que hacen es subir sus amaneceres a Facebook.
A José María no le ha gustado nada saber que Ana necesitaba admirar a su pareja “No somos ídolos, somos humanos, normal que se rompan las parejas. Cuando nos caemos necesitamos a una mujer que nos ayude a levantar y no a una que nos vea como a un ídolo”. Y ha sentido que Ana no quería viajar con él a ningún lugar del mundo “creo que no le intereso”.
Estaba convencido de que su cita no iba a ningún lugar y le ha molestado que su cita no le diera dos besos antes de la decisión final “¿Y yo?”. Ana le ha explicado que era todo fruto de los nervios y le ha dicho que le gustaría que volvieran a quedar porque podía ser el hombre que estaba buscando.
Él estaba convencido de que le iba a dar calabazas y su cara se ha convertido en todo un poema. Sin embargo, él se ha mantenido en su idea y ha sido él el que le ha dado calabazas a ella. No le gusta que vivan tan lejos y sobre todo, que Ana tenga que sentir admiración por él. Eso sí, quiere ir a ver el amanecer desde la puerta de su casa.