Italia no transmitió buenas sensaciones en la primera media hora de su segundo partido en el Europeo 21. La fragilidad defensiva, inusual en el cuadro transalpino, le jugó una mala pasada. Y la República Checa supo sacar ventaja de ello. Lo hizo a través de las botas de su capitán, Travnik, que aprovechó un resbalón de Rugani para hacerse con el cuero y cruzarlo al segundo palo, imposible de detener para Donnaruma.