El desgarrador testimonio de Laura desde la habitación de su hijo asesinado: "Me dijeron que el niño no corría peligro"
La madre y la abuela de un niño asesinado por su padre narran el horror que supone tener un monstruo en la familia: “Me tenía que haber matado a mí, no a mi pequeño”
La abuela de Cristian: “¿Cómo le dices a tu hija que su hijo está muerto?”
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¿Qué le pasa por la cabeza a un hombre para matar a sus propios hijos? ‘En el punto de mira’ ha realizado una minuciosa investigación en la que, a través de entrevistas con familiares, ha intentado entrar en la mente de estos monstruos para llegar a los “motivos inexplicables” que les llevan a tal atrocidad.
Mientras dura la emisión de este programa en televisión, 350 niños están en riesgo de ser asesinados por sus propios padres en nuestro país, según cifras oficiales. Desde 2013 a 2022, 47 niños han muerto a manos de las personas que debían protegerles: sus padres.
Carme Chaparro ha visitado a Laura Hernández, una de esas mujeres muertas en vida que convive día a día con el dolor de haber perdido a su hijo a manos de su propio padre. Laura era una mujer maltratada y el propio niño, Cristian, le manifestaba a su madre que no quería irse con su padre: “Él no quería verle, le daba miedo”.
Cuando su padre le mató, Cristian tenía solo 11 años y desde aquel día su habitación ha permanecido intacta: “Está todo cómo él lo dejó, aquí está su ordenador, sus juegos, su balón y también los dibujos que le hicieron sus amigos cuando él se fue (…) A veces puedo entrar en la habitación a darle los buenos días, otra veces no tengo fuerzas ni para eso”, explica Laura llorando.
La desaparición de Cristian: “Aun espero que regrese con su balón”
“Aún estoy esperando a que aparezca por ahí”. Con estas durísimas palabras que Laura pronuncia mirando por la ventana de la habitación de su hijo intenta explicar lo tremendamente complicado que fue para ella asimilar que no volvería a ver a su hijo.
El niño salió de casa con su balón en la mano y ella lo vio alejarse: “Cristian debía haber llegado sobre las ocho a casa y cuando pasaba el tiempo, no llegaba, no cogía el teléfono, automáticamente llamé a la policía (…) Tuve que irme a un centro de salud por el estado de nervios en el que estaba y allí fue donde un policía y mi madre me lo dijeron (que el niño había sido asesinado por su padre)”.
Laura, aunque sabe que no fue culpa suya lo que sucedió no puede evitar sentirse mal: “Cuando voy al cementerio y le veo allí sé que él no tenía que estar ahí, tenía que estar yo, me tenía que haber matado a mí, no a él”.