Sasha Sobhani es un joven iraní con importantes negocios inmobiliarios en Turquía. Su define como reguetonero persa, coge aviones privados en albornoz, tiene coches de lujo y celebra fiestas interminables. Pero, detrás de esta apariencia, hay un hombre de negocios. Es de familia adinerada pero asegura que nada de lo que ha conseguido es gracias a ellos.
Visitamos su casa, con cámaras de seguridad, pista de pádel y gimnasio privado. Desde los 15 años empezó a trabajar de traductor y asistente en Venezuela, y reniega cuando le dicen que viene de una familia adinerada: “Yo de eso no me llevé nada”. Quiere ser un cantante de éxito pero ¿de dónde saca sus ingresos?
La mayoría de inversiones proceden de Turquía y se dedica a comprar y vender inmuebles. De hecho, tiene su propia empresa. Aunque también hace operaciones con la criptomoneda. Pero es precisamente en su país de origen donde exigen su extradición: le acusan de blanqueo de capitales, tráfico de personas y gestión de web ilegales. Esta es la aclaración que quiere hacer Sasha al respecto:
“Soy iraní de origen persa. Mi país es islámico y yo estoy en contra del pensamiento del régimen iraní. Mi papá es diplomático. Decidí salir de mi país porque he estado en la cárcel muchas veces por mi forma de pensar y mi forma de vivir. Me gustaba reunir a mis amigos, poner música y llegaba la policía. Hacer una fiesta con amigos, conlleva dos años de cárcel”. Asegura, además, que corre el riesgo de morir torturado si regresa a Turquía.