Las ventas de prendas de segunda mano ha subido considerablemente y se prevé que siga aumentando tanto que llegue a igualar a la venta tradicional. Aquí entran también en escena los ladrones, cuya ropa usada se ha convertido en su nuevo objeto del deseo, saqueando contenedores solidarios.
Hay bandas muy bien organizadas que no solo abren contenedores solidarios, sino que instalan los suyos propios, muy parecidos a los originales. Cogemos dos prendas: un abrigo y un bolso. En ambos, instalamos un dispositivo GPS y los ladrones han picado el anzuelo. Grabamos el momento en el que los ladrones se hacen con la ropa y huyen cuando les pedimos explicaciones.
Varios vecinos nos advierten de que la ropa que ellos donan, luego la ven en los mercadillos. Los vendedores nos dicen que ellos compran la ropa en almacenes y desconocen su procedencia. Mientras tanto, el GPS que habíamos escondido en las prendas se activa y seguimos su rastro.
Nos lleva hasta un pueblo de Toledo, un polígono de Yuncos, concretamente. Allí descubrimos una furgoneta con el logotipo de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Está aparcado junto a una nave de ropa de segunda mano. Nos dicen que no pertenecen al ayuntamiento y que es una empresa privada. Vivimos un tenso encontronazo.
Salimos corriendo de allí y nos persiguen durante kilómetros. Nos ponemos en contacto con el consistorio del ayuntamiento de Madrid. Nos dicen que la nave en la que nos han amenazado pertenece a una empresa con permisos de recogida de ropa usada en Madrid, pero no debe recoger la ropa del contenedor donde depositamos nuestro anzuelo. Ese contenedor pertenece a otra empresa. Ese contenedor pertenece a Recumadrid. Dos meses después, la señal GPS nos dice que el bolso se encuentra en el norte de África.