Caso Nanga Parbat | Las ‘madamas’ controlaban a las víctimas, pero ellas también lo eran: “Su única vía de escape era pasar de explotadas a explotadoras”
La psicóloga forense Ruth Pérez: “Estas mujeres explotadas pasan a explotar a otras. Tienen miedo y es su única vía de escape, pasar de explotadas a explotadoras”
Las jóvenes explotadas trabajaban día y noche, librando un máximo de cuatro días al mes, y sus condiciones de vida eran insalubres
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En el caso policial apodado como Nanga Parbat, la Guardia Civil investigó y liberó a adolescentes que eran captadas desde Nigeria para ejercer la prostitución en España. Las ‘madamas’ eran aquellas que controlaban a estas jóvenes, pero también eran víctimas, pues antes habían sido explotadas del mismo modo que sus compañeras.
La red de trata de personas nigeriana captaba a jóvenes desde su país y les prometía traerlas a España para estudiar o trabajar en la hostelería o en estética. Sin embargo, nada más que comenzaban su viaje se daban cuenta de que había algo extraño: las condiciones eran pésimas e incluso sufrían abusos sexuales durante el traslado. Cuando llegaban a España, su destino era incluso peor: eran forzadas a ejercer la prostitución para pagar la deuda del viaje. Si no lo hacían, las amenazaban con matarlas y también con asesinar a su familia en Nigeria.
Una importante figura dentro de estas organizaciones criminales era la de la ‘madama’, que recogía el dinero y controlaba constantemente la vida de las mujeres. Con el ascenso de algunas víctimas a madamas, se aseguraban su silencio.
“Estas mujeres explotadas pasan a explotar a otras. Tienen miedo y es su única vía de escape, pasar de explotadas a explotadoras”, asegura la psicóloga forense Ruth Pérez Enríquez. “Es una víctima que después se convierte en verdugo”, matiza la guardia civil Paula Ramos.
Con los chantajes y esta estructura dentro de la red, las jóvenes estaban en un régimen de explotación permanente: trabajaban día y noche, librando un máximo de cuatro días al mes, y sus condiciones de vida eran insalubres.
En una recreación de las llamadas que hacían los integrantes de la organización criminal y a las que tuvo acceso la Guardia Civil escuchamos algunos de los acontecimientos más duros: “Me contaba una joven como la habían pagado para entrar con ella a pegarla una paliza”, “Estamos teniendo problemas, hay hombres que ponen droga en la bebida de las chicas y se acuestan diez a la vez con una. Hay algunos que no pagan”.