El dueño de Rumasa inició una persecución contra aquellos que le expropiaron su empresa una década antes y creó el conocido Centro de Investigación de Escándalos Políticos y Financieros. Con él, declaró la guerra la Estado y no dudó en comprar voluntades e información para ganar esa batalla.
Gracias a sus contactos, Ruiz-Mateos consiguió hacerse con unas fotografías del director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y las filtró a la prensa. En ellas, se le podía ver en calzoncillos, rodeado de muñecos hinchables y cocaína.
Unas imágenes de una orgía que fueron cedidas de manera gratuita a la revista Interviú y que esta publicó en sus páginas. Sin embargo, este no fue el único objetivo del empresario, que inició otra operación contra el anterior Gobierno.
Su mayor logro fue cuando se presentó como acusación particular en el Caso Filesa y obligó a la presencia de testigos como Alfonso Guerra o Felipe González. Aquel caso consistía en inflar de manera ilegal los contratos públicos para recibir la comisión correspondiente
En la sentencia de Filesa del 28 de octubre de 1997 quedó acreditada la financiación irregular del PSOE con más de 1.200 millones de pesetas que se habían obtenido de manera ilegal, lo que supuso una victoria para Ruiz Mateos.
Sin embargo, la guerra no acabó ahí y fijó su objetivo en Felipe González, al que le adjudicó una familia falsa. Como había participado en la expropiación de Rumasa, quiso acabar con su imagen pública y política.
La manera de hacerlo fue adjudicarle una hija y una amante falsas. Pronto, todos los medios de comunicación se hicieron eco y hasta en otros países podían leerse titulares como ‘La otra familia del presidente de Europa’. Una noticia que, en realidad, era una trama creada por el presidente de Rumasa.