José María Ruiz-Mateos, tras la expropiación de su empresa Rumasa, inicia un sinfín de extravagancias públicas con el objetivo de que su caso no cayese en el olvido. En estas misiones, la presencia de su chófer era imprescindible.
Víctor de la Cruz era el encargado de ejecutar todas las ocurrencias, alocadas e irracionales de Ruiz-Mateos. “Desde primera hora creí en su lucha, hice de todo por él, fui su sombra. Viví en busca y captura, espié, robé…”, admite el chófer.
“La historia de Ruiz-Mateos, es mi propia historia. Oficialmente era su chófer, pero en realidad era mucho más”, asegura el protagonista.
Sobornos al rey, el lado más oscuro de Ruiz-Mateos… “Una de las coas más espectaculares que hicimos fue un allanamiento de morada… también pinchamos el teléfono a personalidades muy importantes”.
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